Revista Cinosargo: Conde de Lautréamont poesía y obras completas
Los cantos de Maldoror, poemas y cartas
La traducción, realizada por el poeta Aldo Pellegrini, es considerada la versión definitiva al castellano de la obra de Isidore Ducasse (conde de Lautréamont), misterioso escritor de lengua francesa nacido en Montevideo, cuya obra en prosa tuvo una influencia decisiva tanto para el surgimiento del surrealismo como de toda la literatura moderna. Esta traducción, fiel, íntegra, comentada, realizada laboriosamente sobre las diversas y a veces divergentes ediciones originales, contribuyó a terminar con la resistencia que provoca siempre toda obra verdaderamente revolucionaria y deslumbrante que explica ese destino absurdamente adverso de un creador excepcional nacido -significativa coincidencia- a orillas del Río de la Plata. Viene también a abrir un manantial poderoso del que, directa o indirectamente, brotaron los movimientos más avanzados de todas las artes de nuestro tiempo.
París, 23 de octubre
Déjeme que ante todo le
explique mi situación. Canté el mal como han hecho Mickiewicz, Byron, Milton,
Southey, A. de Mussett, Baudelaire, etcétera. Naturalmente exageré el diapasón
para crear algo nuevo en el sentido de esa literatura sublime que canta la desesperación
sólo para atormentar al lector y hacerle desear el bien como remedio. De este
modo, es el bien lo que en definitiva se canta, pero con un método más
filosófico y menos ingenuo que el de la antigua escuela, de la que Víctor Hugo
y algunos otros son los únicos representantes todavía vivos. Venda usted, no se
lo impido: ¿qué tendría yo que hacer? Prepare sus condiciones. Lo que quisiera
es que la entrega a la crítica se haga a los principales articulistas. Ellos
serán los jueces exclusivos en primera y última instancia del comienzo de una
publicación que evidentemente sólo verá su fin más tarde, cuando yo haya visto
el mío. Por consiguiente, todavía no está hecha la moraleja final. Y, sin
embargo, hay ya un inmenso dolor en cada página. ¿En esto consiste el mal? No,
por cierto. Le estaré reconocido porque si la crítica se pronunciara
favorablemente, podría yo, en las ediciones sucesivas, suprimir algunos trozos
demasiado violentos. Por lo tanto, lo que deseo ante todo es ser juzgado por la
crítica, y, una vez conocido, todo marchará solo.
Siempre suyo
I. Ducasse
Sr. I. Ducasse.
Rue de Faubourg Montmartre,
32.
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