la duplicación del cuadrivio
[octavo mirlo]
tierra seca bajo el arco azul:
los cantares de los muertos
en el escondrijo de las ardillas, luz infinita
el impacto entre las elípticas de la balanza y el escorpión
la voz del pasillo seccionado
verter el espacio vacío, la melodía de Dios;
este Dios que nos enfrenta a la fatalidad de la forma
una proximidad que tensa
me sincero: he visto el rumor de las montañas
cuando escondo la mirada entre las cortinas,
siento que realmente estoy vivo
la fisonomía de los recuerdos me parece innecesaria
las carpas y las grullas afilan el fuego del Sol
he dejado de degradar mi instinto, que tiembla con las flores
la conciliación de lo que está, representa el retorno a su integridad
d u e l e;
tomo la mano de los instantes: se esparce una neblina
se asemeja la calidez al ardor
una tonalidad que se desquebraja en armonía
/ronda sin teas/
embestida de crines vegetales, la inquietud de las escaleras
ver, escuchar, tocar,
algunos dicen que son cualidades de un pretérito presente, y difiero:
tocar, escuchar y ver son las intenciones de los que recién vamos a amanecer
quieta la correspondencia entre abecedarios y colores,
en la superficie del bosque está la yerba:
murmura una luz de violencia
el recreo de las tormentas es una hoja que apenas se alza
quisiera retraerme de la muerte
pero el ritmo de mi oído lo impide
ardor //
la extinción de este mundo
es la hora de genésicos gritos
sobre el agua, relampaguean estacas-pradera
[anida el añil]
nidal derrotero
la pared es mi compasión
y suplica a las sombras:
toda ella se recrea en mis ojos
y miro otra cosa | la incertidumbre que redime la posibilidad
la cocina me hace sentir abrigado
subterfugio de dientes blancos
una condensación de la palabra y sus paréntesis
error de la gramática, ungüento experiencial
el aliento recobrado, la fragancia reconfortante
mi habitación seminal
han pasado las horas, apenas distingo las tinieblas sobre las cortinas
decir tú, es pretender romper un rosario de letras
en todo caso, sería más apropiado decir ustedes,
ustedes y yo, en un ojo que se pliega sobre sí, en un rostro lloroso
lacrimosa itinerante, un cordón atado a las personas que conozco
ellas se van; algunas solo brotan en la nostalgia
el barniz sepia, la corona oxidada
pero necesito esforzarme en mi contradicción
[ porque el final de la sensibilidad solo es la apertura
a la posibilidad de seguir existiendo sin consciencia ]
las partículas de un antiguo santo
adornan al adoratorio vacío
y timbran con la luz de la ventana
la casa, los sujetos; su identificación concreta, mi familia;
el aire que verdisolea los fines de semana,
dientes de niños: quizás yo, pero no recuerdo
todo el suelo se alza y me encuentra con ardor en las vísceras:
los minutos abrasan los huecos del descanso de las escaleras
mirar morir, sin desaparecer
me descubro el estómago para que el frío lo apacigüe
de nuevo, la gravedad de un cielo despejado siembra mi testa;
es una imagen que florece en riachuelos de pétalos zurcidos
medio dormir, sin vigilia alguna
horror, Erinias ajenas, hadas de sal
l a s l á g r i m a s d e u n a p l a y a d e s o l a d a
el hombre que aperrea un animal indefenso
mis gritos desollados: apenas puedo decir ustedes y yo
es la experiencia de los dédalos
otra vez, la paradoja de la fenomenología
me permito descomprimirme,
esta vez ante el misterio de una sala a media luz:
los ángeles no danzan, no toman nuestros arrullos
Rilke estaba en lo cierto, la repulsa es mutua,
y lo sagrado se torna en imprecación cuando la ventana se raya de polvo
[ el bosque tras el desierto ]
Getsemaní, Delfos, el anfiteatro con lámparas pálidas,
la cama gris donde se hunde una parte de la infancia de mi padre
pizcas de misericordia que no ha sido amputada por el espíritu
es la histeria en una habitación roja con dos siluetas que bailan
esas desconocidas formas me piden abrir una puerta
esfuerzo, fuerza, fuerte, fuete
fijación, filo, fallo
una larga estocada de erizos, el deseante que redunda en sí
un rugido aprieta mi adrenalina
nombre del nombre, punzón para hacer germinar al reflejo impersonal
N A R C I S O V E N C I D O
e l c i r u e l o c a e c o n m i a b r i g o p ú r p u r a
el césped se ha sosegado
brisa que dispersa la queda lluvia
la humedad cae en los objetos y los seres que no contienen mi mirada
están, si, a pesar de mí, a pesar de la insinuación del pensamiento
se acerca la oración del que se ha entregado a ustedes
una muerte es tan explícita como lo es poder desprenderse de sí
[ es el eucalipto que se desbarata y verdea, sanguinolento ]
templo liminal | techos sin paredes
una cortina oculta imágenes que desconocemos, pero ya hemos nombrado
oquedad en la sien
el ojo es travieso y resbala, se pierde
tambor de cedro, sollozo sin boca
se delimita la personalidad y lo impersonal del sujeto desaparecido
lo divino y la consciencia
de nueva cuenta,
en la palabra se retienen los límites de la experiencia del sujeto;
ya no es llaga, sino una Venus escondida en la retina,
una entrada que no puede negarse a la afectación,
al vaciamiento y a la saturación de lo nombrado
una mística de la ausencia
un mundo que rebosa de un dios que no está,
o que se ha vaciado de si, y de su significado
[ reiteración de la fuerza, su querencia ]
están los claroscuros,
los estigmas de las sombras en cada recoveco de la ciudad
el yo es una divertida ruina donde la experiencia personal
es un pequeño dios para las pequeñas cosas
dolor sin sufrimiento,
la boca que deja de ser sitiada
prenda que hiede a mediodía
paño de lino, los labios que besan pies etéreos
declinan las raíces:
están reordenándose los ángulos, los segmentos, las rectas
e c o s y e c o s y e c o s
la agonía de lo reconocible es lo que impulsa la voluntad de figurar
el misterio: alteridad queda, signo externo, muerte extraordinaria
desde pisos abajo, la negra altura, una ventana con halo blanco
ustedes plañen sobre una desértica línea de fuga
en contra / las orillas de la luz
me rehabilito, me recompongo, me sostengo
y aparezco en la aurora de las cosas más ordinarias
dos serafinas serpientes que me bajan por las piernas
atan mi boca a los tobillos, y contorsiono para ser sacrificio
la renuencia de mi figura era la renuencia a la sed del campo de otoño
las veladoras permanecen mudas
no he intervenido el ahogo de nadie, solo me he disuelto,
solo he soltado la fina rama que sostenía mi rostro
d e s e s c a l a r
cualquier pendiente, cualquier ecúmene
este mundo roto que pide una vez más vaciamiento
admito que es irresistible, me sepulto en él, es el tan ansiado germen del nosotros
estoy recostado de nuevo,
estoy recostado repitiendo “mamá”
roto, abrupto, reconvenido, ondulante, el que retorna,
nudo de escamas, insidia en la cortina entreabierta,
silla arqueada, la marmórea cabeza de Marco Aurelio;
algo, algo que quiere reiterar la ruina de las definiciones
acurrucado sobre la vieja silueta de mi gata,
me enredo entre las estrías de las sábana,
me ahogo en un largo suspiro de lágrimas doradas,
es una ráfaga que no recordaba
// creí que solo le pertenecía a los difuntos
el trance inicia
¿quién es quién cuando desaparecemos?
décimas, armonía de las esferas
[un columpio gravitando]
lona infinita sobre el breve carmín:
el silencio de los vivos
estancia para montañas reclinadas
radiante órbita,
un joven se desliza pálido entre los gestos de las flores
una sed llena de rosas,
una sed tan sola
redundo: esta cálida vanidad me retiene, cavando…
Aldo Vicencio
Aldo Vicencio (Ciudad de México, 1991). Poeta y ensayista, estudió la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es autor de Piel Quemada: Vicisitudes de lo Sensible (Casa Editorial Abismos, 2017), Anatolle. Danza fractal (El Ojo Ediciones, 2018), Púlsar (Ediciones Camelot América, 2019) y recientemente de Tangram (Vitrali Ediciones, 2023).
Su obra ha sido publicada en diversas revistas literarias, como Punto en Línea de la UNAM y Tierra Adentro (México); Digo.Palabra.txt (Venezuela), Agradecidas Señas (Estados Unidos, México, Europa), La Ubre Amarga (Bolivia); Buenos Aires Poetry (Argentina), Santa Rabia Poetry y Kametsa (Perú); Una verdad sin alfabeto (El Salvador); Cinosargo Vórtice y Carcaj (Chile), Low-Fi Ardentía (Puerto Rico), El pez soluble (El Salvador, Guatemala, Panamá y Costa Rica); Oculta Lit, penúltiMa y Zenda (España), entre otras. Ha sido incluido en las antologías Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana (Lord Byron Ediciones, 2016), Nido de Poesía (LibrObjeto Editorial, 2018), Poesía No Consagrada Vol. VI, (Granuja, 2021), Luces tras la cortina (Ediciones Kametsa, 2022) y Entalpía. Muestra de poesía (Primer Festival de Poetas Jóvenes: Michoacán escribe, 2022). Ha participado en diferentes festivales y coloquios sobre poesía y literatura.
0 Comentarios