Del relato corto
Raymond Carver
Me interesan las
diferentes modalidades del relato corto que practican cada vez más escritores.
Muchos de ellos, algunos con notable talento y una obra considerable a sus
espaldas, han declarado que posiblemente nunca escriban una novela. O sea, que
tienen poco o ningún interés en escribir una novela. Si se trata de dinero (y
cuándo no, llegados a cierto nivel), se puede decir que el adelanto que se paga
por los libros de relatos es tanto (alguno diría tan poco) como el que se paga
por una novela. Al publicar un volumen de relatos puedes aspirar a vender más o
menos el mismo número de ejemplares que un novelista. Además, en la actualidad
se habla más de los escritores de relatos. Cualquiera te diría que es ahí donde
ahora se encuentra el filón.
¿Hubo mejores tiempos
para los escritores de relatos? Creo que no. No que yo sepa, en cualquier caso.
No hace mucho, no más de diez años, un escritor de relatos encontraba muchas
dificultades para publicar su primer libro (no quiero decir que ahora sea
fácil, pero hace diez años era mucho peor). Las grandes
editoriales, expertas en averiguar lo que le interesa al público, creyendo que
no había otro tipo de demandas, dieron por hecho que no había lectores para el
relato corto. Se figuraban que era un negocio sin beneficios y pensaron que
—como la poesía— mejor se quedaba en manos de las editoriales independientes y
de las universidades.
Hoy la situación es muy
diferente. Las editoriales independientes y las universidades siguen
publicando relatos y, además, las grandes editoriales muestran cada vez mayor
interés. También aparecen continuamente reseñas en los medios. El relato corto
está floreciendo.
Para mí, los resultados
más interesantes y satisfactorios se están dando en este género, incluso me
parece el tipo de obra que tiene más visos de perdurar, sea “minimalismo” o
“maximalismo”. ¿Qué importan las etiquetas y esos debates tan estériles?
Mientras se mantenga este nivel de calidad y exigencia, el relato seguirá
acaparando la atención y el interés de un número creciente de lectores. Eso es
lo importante.
La escritura y
publicación de relatos está siendo el acontecimiento literario de nuestros
días. Ha proporcionado savia nueva a nuestras letras, nuevas formas de pensar y
un posible cambio de rumbo (hacia dónde es opinión de cada cual). Pero no cabe
duda de que el creciente interés por el relato corto revitaliza la literatura
de este país.
Ponencia en el Symposium sobre Ficción Americana Contemporánea, Michigan Quarterly Review, nº 4, Universidad de Michigan, 1987.
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¿Por qué no escribe novelas?
Jorge Luis Borges
Estudiante: Profesor, sus poemas y sus cuentos son muy bien conocidos en el extranjero, pero creo que usted no ha escrito ninguna novela. Si es así, quisiera preguntarle si hay alguna razón específica.
Borges: Yo creo que hay dos razones específicas: una, mi incorregible holgazanería, y la otra, el hecho de que como no me tengo mucha confianza, me gusta vigilar lo que escribo y, desde luego, es más fácil vigilar un cuento, en razón de su brevedad, que vigilar una novela.
Es decir, la novela uno la escribe sucesivamente, luego esas sucesiones se organizan en la mente del lector o en la mente del autor, en cambio uno puede vigilar un cuento casi con la misma precisión con que uno puede vigilar un soneto: uno puede verlo como un todo.
En cambio, la novela se ve como un todo cuando uno ha olvidado muchos detalles, cuando eso ha ido organizándose por obra de la memoria o del olvido, también.
Además, creo que hay escritores -y aquí pienso en dos nombres, inevitables desde luego, pienso en Rudyard Kipling y pienso en Henry James- que pudieron cargar un cuento con todo lo que una novela puede contener.
Es decir, creo que los últimos cuentos que Kipling escribió están tan cargados como muchas novelas y aunque yo he leído y releído y seguiré releyendo Kim, creo que algunos de los últimos cuentos de Kipling, por ejemplo “Dayspring Mishandled”, o quizás “Unprofessional” o “The gardener”, están tan cargados de humanidad, de complejidades humanas, como un libro como Kim y como muchas novelas.
De modo que no creo que escribiré una novela. Ya sé que esta época parece exigir novelas de los escritores.
Continuamente me preguntan que cuándo voy a escribir una novela, pero me consuelo pensando que alguna vez le preguntaban a los escritores: “¿Y usted, cuándo va a escribir una epopeya?” o “¿Cuándo va a escribir un drama de cinco actos?”, y actualmente esa pregunta no se usa.
Creo, además, que el cuento es un género más antiguo que la novela y quizás pueda outlive, quizás pueda vivir más allá de la novela.
Pero aquí me doy cuenta de que estoy repitiendo lo que ha dicho otro autor favorito mío, Wells, y tratándose de Wells, yo diría de él lo que pueda decirse de Henry James: creo que sus cuentos son muy superiores a sus novelas y no son menos ricos.
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