MI PERRO ME HABLA
Mi perro me habla y yo lo escucho.
Es ordinario y callejero,
como los perros de Diógenes.
De ahí, tal vez, proceda su sabiduría.
No fue a la escuela,
no tuvo guías que lo guiaran
ni consejeros que lo aconsejaran.
Ergo, puede pensar libremente
(éste es su mérito más grande)
y, además, con alegría
(algo poco habitual en el que piensa).
En su filosofía, no cabe el platonismo;
tampoco hay margen para ídolos
ni mitos traídos de los pelos.
Como no recibió bendiciones,
nadie lo tiene en cuenta en el debate:
“No es más que un perro indigno”, aseguran,
y le arrojan un hueso con desprecio.
Sí, mi perro me habla y yo lo escucho.
A veces, yo también le hablo a mi perro,
pero, ¿qué puedo explicarle?
Él ve claramente el horizonte
donde mis ojos sólo ven la bruma
del discurrir civilizado.
(De “Un arte invisible”, 2016)
LOS CAMINOS DE LA VIDA
Buda transitó el Noble Camino,
Lao-Tsé eligió seguir el Sendero,
Cristo tomó la ruta del Calvario,
yo, menos proclive a dogmas y vía crucis,
ando y desando una calle periférica
cuya única verdad son los grafitis.
(De “Un arte invisible”, 2016)
DICEN QUE EL AMOR ALARGA LA VIDA
Dicen que el amor alarga la vida. Y, por lo visto,
también ayuda a escribir bien: Onetti
tuvo cuatro esposas –sin contar infidelidades–
y vivió voluptuosamente 84 años.
Otro que supo amar con creces (aunque pasó
sus mejores años en la cárcel)
fue el poeta turco Nazim Hikmet:
“Llegué a estar loco de celos por mujeres que amé”,
confesó en un poema autobiográfico.
Y agregó sin rubor: “Engañé a mis mujeres,
pero nunca hablé mal a espaldas de un amigo”.
Sí, al menos sus amistades gozaron de lealtad.
Neruda tampoco se quedó en aprontes. En su caso,
habría que hablar de María Antonieta,
de Delia, de Matilde –sus esposas legítimas–,
entre otras historias no tan claras.
Y están los que penaron en soledad,
pero tuvieron su Ophelia –como Pessoa–
o su Felisa –como Kafka–, amores contrariados
que se apropiaron de su corazón.
Esto confirmaría que detrás de un gran hombre
siempre hay una mujer –o dos... o quizá tres...
o acaso un centenar– y que, además, para escribir El Quijote
es necesario estar enamorado.
(De “Un arte invisible”, 2016)
LLUEVE EN CACHEMIRA
“Llueve en Cachemira”,
dice el reporte de la televisión,
mientras despliega escenas
de pueblos inundados.
Hace tres días que llueve
y no hay indicios de que la lluvia
vaya a amainar o a detenerse
de manera inmediata.
Pero aunque no fuera cierto
y nunca hubiera llovido en Cachemira
en todos los días de su larga historia,
igual seguiría lloviendo en este poema.
Así de real es la poesía.
(De “Un arte invisible”, 2016)
César Cantoni nació en La Plata el 23 de febrero de 1951. Publicó once libros de poesía: Confluencias (1978), Los días habitados (1982), Linaje humano (1984), La experiencia concreta (1990), Continuidad de la noche (1993), Cuaderno de fin de siglo (1996), Triunfo de lo real (2001), La salud de los condenados (2004), Diario de paso (2008), El fin ya tuvo lugar (2012) y Un arte invisible (2016). Su obra publicada incluye, además, el libro de aforismos Pensar no cuesta nada (2020) y dos cuadernillos: Intemperie y otros poemas (2006) y Latencia: poesía y dictadura (crónica literaria, 2013). Figura en numerosas antologías poéticas argentinas e hispanoamericanas. Algunos de sus poemas fueron traducidos al inglés, francés, italiano, portugués, catalán, griego, ruso y albanés. Administra el blog de poesía platense Los poetas no van al cielo (www.lospoetasnovanalcielo.blogspot.com.ar). Reside en su ciudad natal.
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