Caterina
Scicchitano, el Chaco Mecánico,
cantar para resistir la automatización
Lo primero que
percibimos al acercarnos al libro de poesía Chaco
Mecánico es que alguien está cantando entre los ceros y unos y el metal. Y
que está cantando fuerte, y a veces, susurra. A pesar de la ternura, la voz que
construye estas canciones, es objetiva como un cuchillo.
Arriesgada
sigilosa
delicada ninja (poema I), se presenta la poética y la voz que
ama en medio de los ceros y unos y el metal. Escribo esto mientras escucho Daft
Punk y me imagino que bailamos como en un sueño verde como campos de arroz de
Vietnam.
Por objetividad de
cuchillo quiero decir que se aprecia una
búsqueda de expresión depurada, que por momentos es de una crudeza palpable.
Esta expresión también lleva al uso de la
elipsis notablemente en muchos poemas, y también a una metaforización que
deriva en un lenguaje preciso, cortante, pero lleno de imágenes, emociones e
intuición. Poética de “Cortar por lo sano”(poema XXIV).
El territorio es
el Chaco y es la memoria: El cassette que
has eliminado ha rebobinado tu memoria, dice la poeta, memoria que se
remonta a antecedentes familiares, la guerra, la migración, para volver al presente
como en una zozobra cubriendo de una belleza nostálgica la reflexión de la
existencia y los cambios de la ciudad en el tiempo.
Esta voz canta oponiendo dos realidades: una mecánica
y la otra orgánica. La primera simboliza la maquinaria misma capitalista y la
tecnología en su versión más futurista, casi apocalíptica por destellos;
mientras que la segunda es, no solo el
espacio natural que aun sobrevive a la mecanización, la industrialización y la
maquinación, sino también el territorio del propio cuerpo como espacio político
de resistencia, como base de los afectos, las emociones, las sensaciones que
son el tesoro particular a los que la voz poética recurre.
El drone como surge como un símbolo en el
poema XVIII, símbolo de la violencia normalizada, infiltrándose en espacios
cotidianos , una violencia ejercida por la máquina y la industria que es el
Capitalismo actual, que genera vidas depresivas, carentes de sentido. Y la voz
poética parece decirnos que esta violencia no tiene género es ejercida sobre
todos:
“sus extremidades son cuatro alas sin alma y un
ojo
por donde ven el territorio árido y una criatura sucia
corriendo
al momento de disparar el drone no tiene género”
Los bancos, el
sistema bancario y el dinero, como en el poema XX (Es el dinero en los bancos y es ese miedo a Dios), se constituyen
como otra forma de simbolizar la mecanización de la naturaleza, el hombre
maquinizado, que puede matar sin remordimiento y que es el hombre por igual para el progreso
y la guerra:
El hombre es un ensamblaje de extremidades para la
guerra
El hombre es una maquinaria sin sentimientos
El hombre mata y aniquila.
(poema II)
Esta automatización
que aqueja a los congéneres también lo
hace tornándolos robots (vivir una “vida automática”) pues de lo contrario los
sujetos no valen para el sistema, la maquinaria, lo cual es tomado con fresca
ironía por la poeta:
no tenés trabajo
aprisiona el sistema nervioso
ok
vale
lo haré
cobrare valor
(poema IX)
Otra forma de esta metalización o mecanización
es el machismo. Esto último es importante pues este alguien que canta en el Chaco Mecánico se asume sujeto femenino que
padece en un contexto desfavorable marcado de experiencias de machismo, siendo
el poema XXV el que expone sugerentemente el tema, pero apareciendo en varios
otros textos como en los poemas V, VIII,
XIII, XIV, XV, XXX entre otros.
A ello quizá se
deba la razón de ese spleen o tedio o
desencantamiento ( Todos los días el mismo sol, poema XVI) que otorga una distancia en
lo que observa a ese alguien que canta, una objetividad del
desencantamiento. Pero también es la
razón de la apuesta por una libertad de
índole más personal, orgánica, pues se da a través del cuerpo, el sexo, los
sentidos, los afectos:
Soy mi propio perro y soy mi dueño
Me lo doy me lo quito y lo prohíbo
Con la misma vara que juego
me pego
me masturbo
dibujo un corazon en el barro de la vereda
(poema XXXV)
Insistimos que
en el Chaco Mecánico alguien canta.
Canta pues el lenguaje se estructura de manera sonora y con preponderancia
rítmica. Esto sumado a la metaforización extrema de algunos textos otorgan un
lenguaje especial, por momentos hermético, que es su mayor virtud ya que no
deja de aportar una textura interesante que oscila entre ríspida y suave, pero quizá también en algo su defecto. Es notable
el uso de la elipsis en algunos poemas, como hemos apuntado.
La musicalidad
se suma a la ternura para cantar como flor en medio del cemento. Se recurre a la
ternura de la madre: La conexión es
umbilical a la hipotenusa de la membrana maternal (poema XXI) , ternura
terrible, primera y última:
El hombre no tiene nada adentro suyo
más que su propia madre.
Por eso cuando le disparan en Vietnam
sostiene su intestino delgado
lo mira, recuerda cosas
(poema II)
Pero también
está la ternura de los amantes, o sencillamente las escenas de lo cotidiano, de
la amistad.
Otra dimensión
de la ternura que quisiera señalar es la importancia de la ternura del juego. Lo
lúdico recorre el poemario: lo lúdico en el sexo, lo lúdico en el hacer mismo de la poesía (poemas
IV o X, por ejemplo). Y también, cuando se puede asumir lúdicamente la
tristeza. Jugar con ella en tardes solitarias, pues la voz poética presente en Chaco Mecánico establece una distancia
respecto a los objetos de su reflexión, una tipo de soledad. Y así canta.
En el peor de
los casos triunfara la máquina y los sentimientos serán algo que será legendario
en la información de los ciborgs de tercera generación del poema XXII, que se
sorprenderán al enterarse que existieron emociones y sentimientos en una época
primitiva de la humanidad. Pero mientras eso ocurre queda cantar. Escribir
poemas raramente musicales, tiernos y filudos. Resistir a la máquina:
Neocentrismo
ambiguo lineal histérico económico
borracho de jarra de aluminio por cultivar bacteria
aérea
ESTOY OBSERVÁNDOTE cazando data y tribus que
nos encharcaron de sangre y huye la tierra árida al
revés
se pierde hueso se pierde hueso en el polvo de la
pantalla
enchufada y se olvida la vista de la naturaleza
El olor es calmo y digital.
(poema XXXVII)
O:
en el cielo artificial la guerra por y encima de
nosotros has
pisado la comunicación
con el mundo eléctrico de nosotros mismos
multiplicados
los avances van rápido y las flores ya no son lo que
parecen retrocede acaracolado el humo del mundo
(poema XXXVI)
y
maravillosamente, al final del poema XI:
a dónde vas a ir a parar ahora bajo la luz de luna de
la tercera guerra mundial?
qué estarás pensando ahora al terminar de sentir esto?
La pregunta
fundamental de este viaje es la del poema VI:
Qué hay que hacer
cómo se tiene
que hacer
qué hay que ser
qué se tiene que hacer
para seguir siendo
para que quieran que sigas siendo lo que te gusta ser
que a vos te guste pero no moleste el encastre
y la forma ser
Y la respuesta y
refugio que se encuentra es desde el sistema
nerviosa, desde la embriola: escritura musical, juego y ternura del amor,
el propio cuerpo como territorio libre y cede de los afectos y emotividad, lo
orgánico frente a la Máquina.
Ludwig Saavedra,
Lima, 2020.
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