Anoche llegaron murciélagos...
Anoche llegaron murciélagos.
Si no los llamo, ellos, igual, vienen.
Venían con las alas negras y el racimo.
Cayeron adentro de mi vestido blanco. De todas las rosa y camelias que he reunido en estos años. Y en la canasta de claveles y de fresias. La Virgen María dio un grito y atravesó todas las salas; con el pelo hasta el suelo y las dalias.
Las perlas, almendras y pastillas, las frutas de cristal y almíbar, que vivían en fruteras y cajas de porcelana, quedaron negras, y volvieron a ser claras, pero como muertas.
Yo me erguí. Goteaban sangre mi pañuelo blanco y mi garganta.
La falena
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