Poemas de Marcelo Díaz






IGLÚ BLANCO SOBRE FONDO BLANCO

Existiría la creencia que los esquimales tienen más de veinte palabras distintas para decir veinte tipos distintos de hielo o de nieve.

Habría, por ejemplo, una palabra esquimal para decir el hielo que se quiebra ante el menor contacto con un pie pequeño.

Otra palabra para la nieve cayendo.
Otra para la nieve cayendo por la noche.
Otra para la nieve cayendo por la noche iluminada por una linterna.

Y otra palabra más aún para decir la consistencia esponjosa de la nieve, por la noche, cayendo en la palma de la mano derecha después de habernos quitado el guante de cuero de foca, no sin esfuerzo, con los dientes (porque la mano izquierda sostiene, todavía, una botella).

Y así…

En una superficie regida por el blanco, el cuerpo y el lenguaje se habrían calibrado como un instrumento de altísima precisión para incubar en el infierno helado de lo mismo un mundo de diferencias, y habitarlo.

Ahora bien, la lingüística tiene sus serios reparos sobre todo esto…




PROBLEMA Nº 1

¿Cuánto demora un topo en cavar un túnel que atraviesa una ciudad de trescientos mil habitantes por la noche, si todos permanecen acostados, el topo avanza a razón de 90 centímetros por hora, cuando de pronto alguien enciende una luz y te pregunta: dormís?




USOS CARTOGRÁFICOS DEL CORAZÓN

Hay mapas con forma de corazón y hay mapas del corazón. No del corazón como territorio, sino de las trayectorias del corazón, como si uno dijera un mapa de viaje, un itinere. Ahora se sabe que el corazón no viaja sino en sentido figurado, pero los kerora de Nueva Guinea creen que el ánimo con el que uno sobrelleva el día tiene que ver con los desplazamientos del corazón y el lugar que ocupa en cada momento. Como si el corazón fuera un animal indócil que habitara y recorriera, día a día, nuestro cuerpo.

La palabra indócil la digo yo, y la palabra animal, también. Para los kerora, creo, el corazón no es dócil ni indócil, ni les preocupa tanto qué es, sino más bien dónde está. Por eso miro tu electrocardiograma, aunque eso no me dice dónde está tu corazón.





No sé por qué me regalaste el electrocardiograma.

No conozco a nadie más que pueda hacer un regalo semejante.

Tampoco sé por qué lo miro.

Creo que puedo cantarlo.



HO CHI MINH CITY

El hombre de Saigón cruza el mar de la serenidad. Aparece y desaparece. Ahora está, ahora no está. El hombre que ahora está es una sombra tenue, y el hombre que ahora no está es una sombra en
fuga por un túnel invisible. El hombre de Saigón traza un triángulo de hierro, cava una ciudad en la luna. Huele el viento entre los cráteres y desaparece. Ahora está, ahora no está. Los brazos adelante,
la espalda en comba y la nariz y los ojos y los pies haciendo mapa en el cuerpo, en la oscuridad. El topo de Saigón es un sensei lunar. Acurrucado bajo la superficie, ve la lluvia de napalm en el jardín de
hierro, ve las nubes de fósforo blanco avanzar como en un cuadro expresionista, ve caer los racimos de bombas de los B-52. Cava una ciudad en la luna. Cráteres en la superficie y túneles al centro de la
tierra, como ves en esas fotos que pescaste en internet, con un tipo sonriente que se dobla sobre sí para circular por los corredores; más ese mapa de la aviación norteamericana que parece un Pollock.

¡Bienvenidos a Cu Chi!

El guía que ahora está recibe a los turistas y los signos de admiración sostienen las paredes bajo la superficie, y el guía que ahora no está cuenta que el sensei de la luna de Saigón sembró una semilla de serenidad en su cabeza, y la vio germinar en la oscuridad.



PROBLEMA N° 2

Un topo cava un túnel que atraviesa una ciudad de trescientos mil habitantes en un tercio del tiempo que una pareja emplea en buscar razones para seguir juntos. Si tenemos en cuenta que el topo hace el trabajo solo y la pareja se reencuentra después de un par de semanas

a - ¿qué diámetro debiera tener el túnel para garantizar una salida sin problemas? 

b - ¿en qué piensa cada uno, bajo la ducha, después de haber pasado la noche juntos?




Marcelo Díaz nació en Bahía Blanca en 1965. Estudió Letras en la Universidad Nacional del Sur. Actualmente cursa la Maestría en Cultura Pública en la Universidad Nacional de las Artes. Integró el grupo de arte público Poetas Mateístas. Es uno de los coordinadores del Festival de Poesía Latinoamericana de Bahía Blanca y edita el sitio de poesía NAU (www.naupoesia.com
Publicó  Berreta, Libros de Tierra Firme, Buenos  Aires, 1998; Diesel 6002 , Vox, Bahía Blanca, 2002; Laspada, El Calamar, Bahía Blanca, 2004;  Es lo que hay (poesía reunida), 17 grises, Bahía Blanca, 2010; Díptico para ser leído con máscara de luchador mexicano (plaquette), Editorial Subpoesía, Buenos Aires, 2013; Blaia, Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2013, y 17 grises, Bahía Blanca, 2015; La estructura del desequilibrio, Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2017; Grandes Éxitos (en castellano), antología poética, Vox, Bahía Blanca, 2018.



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