Historias que apestan la boca a muerto
Perorata de Luis Felipe Lomelí, Editorial Abismos, 2019.
México, junto a Colombia, han logrado retratar de la manera más sentida, nítida y concreta la historia y la mitología del narcotráfico. Siempre es terrorífica, por más que algunos vean en esas narraciones algún tipo de apología. Son retratos del horror que ayudan a sobrellevarlo.
Es imposible no contemplar la desolación de los personajes de Elmer Mendoza, Fernando Vallejo, Orfa Alarcón o Juan Pablo Villalobos. Sin embargo, Felipe Lomelí nos da un golpe en la boca del estómago con este ramillete de cuentos: cada uno de ellos nos pone en los zapatos de los que no tenían que estar allí, de los inocentes que se cuentan como errores o fallas. Al terminar de leer los dieciséis cuentos, uno queda pensando que vive en un falso positivo lleno de montañas de cadáveres.
Y con el primer cuento nos pone por donde va ir todo lo demás: las acciones convertidas en dolor y rencor: “El viejo lo intuye pero apenas piensa en eso que ya procura distraerse.” Arandas es sufrimiento en primera persona, es el emblema del castigo que se toma a sorbos. Un sufrimiento que a ratos es añoranza y rencor, a ratos zumbido de moscas mientras seguimos la historia: “Si hubiera estado más joven, piensa e imagina que habría salido para hacerles frente a los hombres. Una y otra vez.”
El Verde era el color que era, segundo cuento, Lomelí nos lleva por un interminable diálogo… Parece un conjunto de malos entendidos entre los charlantes. Hasta acabar te das cuenta que has viajado por una paradoja con humor muy negro. Se necesita estómago para no vomitar.
Con La Nueva Era regresa a la narración, esta vez en primera persona y como no les quiero joder la historia, le dejo esta perla: “Pero me habló mi hijo. Volví a soñar que me hablaba, que me decía lo que tengo que hacer para estar a la altura de mí mismo.” Podrán imaginarse lo que quieran con ella, pero no desmerece por dónde hace saltar la liebre.
Gabriel se puso malo otra vez nos junta con una familia que conocemos de hace mucho tiempo. La familiaridad es lo que cala. La memoria es el putazo en la cara: puro recuerdo e insinuación. Al personaje que te acerques o te dé por seguir, terminarás por entender porque es mejor callar y que no es lo mismo el dolor y el sufrimiento.
No sé si decir que corran a comprarlo (de momento en su versión electrónica, acá la dirección: https://www.kichink.com/buy/2295549/libreria-abismos/perorata-de-luis-felipe-lomeli-digital) o hágalo bajo su cuenta y riesgo. En cada cuento, los personajes son demasiado humanos, fuera de un par de momento que te recuerdan que estás leyendo, eso cabrones siento que hasta sé a qué huelen. Peor, siento que ellos se dieron cuenta que mi boca apesta al muerto de la historia anterior.
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