Acerca de Cuatro poetas en guerra de Ian Gibson


 Por Magda Lago Russo


Son cuatro de las voces más importantes de la poesía española del siglo XX. Más allá de la poesía, sin embargo, los cuatro compartían otra causa: la causa republicana. Se analiza cómo la lealtad a la Republica tuvo un alto precio para ellos, que fueron castigados con el exilio, la cárcel o la muerte.Cuatro pilares fundamentales de la sociedad española del siglo XX silenciados con la muerte y el exilio. Cuatro poetas que lo dieron todo y a quienes la España de charanga y pandereta se encargó de destruir.

Ian Gibson hizo  un magnifico compendio en el que se nos muestran cuatro breves y trágicas vidas de cuatro poetas y su actitud nunca pasiva frente a la guerra fraticida que destrozó el país entre 1936 y 1939. Los poetas que nos muestra Gibson son auténticos iconos de la guerra y de la sociedad de aquel tiempo. Sin ellos seria muy difícil apreciar en toda su globalidad el mundo cultural de la época. Lo poetas son: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca y Miguel Hernández.  De la Generación del 98 tenemos a Machado, de la G. del 14 a Juan R. Jiménez; de la G. del 27 a Lorca y como epílono o heredero de todos ellos a M. Hernandez. -. Complicado  Jiménez en sus etapas finales: pura y suficiente; luego Lorca con su etapa vanguardista. Machado es grandioso en «Campos de Castilla» y Hernández el más humano y sufrido en sentido real



ANTONIO MACHADO



Sus libros de poemas más importantes, llenos de lirismo y evocación, son “Soledades” (1903), vinculado al modernismo de Darío, y el citado “Campos de Castilla” (1912), magistral retrato del paisaje castellano y melancólico recuerdo emocional a su esposa perdida Se trata de una serie de poemas que Machado compuso entre 1899 y 1902, a caballo entre sus dos primeros viajes a París y su estancia en Madrid, donde frecuentó la bohemia modernista. En el primero de los viajes a la capital francesa (1899) conoció al escritor Oscar Wilde y entró en contacto con algunos de los poetas parnasianos y simbolistas franceses; en el segundo (1902) coincidió con el poeta nicaragüense Rubén Darío..

Los poemas de “Soledades” aparecen impregnados de un posromanticismo de corte becqueriano y del modernismo más intimista de raíz simbolista, alejado de la retórica recargada clásica de ese movimiento. En 1907 lo amplió con una nueva edición (“Soledades. Galerías. Otros poemas”) que alcanzaba las 96 poesías, y en la publicada en 1919 cambió ligeramente su título: “Soledades, Galerías y otros poemas”.



SOLEDADES (1899-1907)

I/ EL VIAJERO Está en la sala familiar, sombría, y entre nosotros, el querido hermano que en el sueño infantil de un claro día vimos partir hacia un país lejano. Hoy tiene ya las sienes plateadas, un gris mechón sobre la angosta frente; y la fría inquietud de sus miradas revela un alma casi toda ausente. Deshójanse las copas otoñales del parque mustio y viejo. La tarde, tras los húmedos cristales, se pinta, y en el fondo del espejo. El rostro del hermano se ilumina suavemente. 

VI/ Fue una clara tarde, triste y soñolienta... tarde de verano. La hiedra asomaba al muro del parque, negra y polvorienta... La fuente sonaba. Rechinó en la vieja cancela mi llave; con agrio ruido abriose la puerta de hierro mohoso y, al cerrarse, grave golpeó el silencio de la tarde muerta. En el solitario parque, la sonora copla borbollante del agua cantora me guía a la fuente. La fuente vertía sobre el blanco mármol su monotonía. La fuente cantaba:  ¿Te recuerda, hermano, un sueño lejano mi canto presente ?

Nos cuenta varios episodios de guerra en sus poemas «La muerte del niño   herido» y «El crimen fue en Granada», este último referido al fusilamiento de Federico García Lorca y narrado desde un doble punto de vista: el suyo propio y el del poeta granadino. Sirva como ejemplo la segunda estrofa, que lleva por nombre «El Poeta y La Muerte»: Se le vio caminar sólo con Ella, sin miedo a su guadaña. —Ya el sol en torre y torre; los martílios en yunque-yunque y yunque de las uas. Hablaba Federico, requebrando a la muerte. Ella escuchaba. «Porque ayer en mi verso, compañera, sonaba el golpe de tus secas palmas, y diste el hielo a mi cantar, y el filo a mi tragedia de tu hoz de plata, te cantaré la carne que no tienes, los ojos que te faltan, tus cabellos que el viento sacudía, los rojos labios donde te besaban... Hoy como ayer, gitana, muerte mía, qué bien contigo a solas, por estos aires de Granada, ¡mi Granada!



FEDERICO GARCIA LORCA

A pesar de que Federico García Lorca no quería involucrarse en política, tenía fama de liberal, de  una posición anti-fascista, y frecuentemente tuvo que soportar los ataques de los conservadores. Su popularidad y sus declaraciones sobre injusticias sociales, lo convirtieron en un personaje odiado por la derecha. Lorca fue detenido por una denuncia anónima, en la que se le acusaba de ser homosexual, ser espía de los rusos y haber sido secretario de Fernando de los Ríos. Días después fue asesinado.





Muerte de Antoñito el Camborio  .

Voces de muerte sonaron

cerca del Guadalquivir.

Voces antiguas que cercan

voz de clavel varonil.

Les clavó sobre las botas

mordiscos de jabalí.

En la lucha daba saltos

jabonados de delfín.

Bañó con sangre enemiga

su corbata carmesí,

pero eran cuatro puñales

y tuvo que sucumbir.

Cuando las estrellas clavan

rejones al agua gris,



Miguel Hernández Gilabert. Cultivador de una poesía vigorosa del clamor épico, luchador antifascista que se alistó voluntariamente en el ejército de la República y llevó a todos los frentes su valentía de hombre y su voz de poeta.Ejemplo de escritor comprometido con su realidad, logró una poesía desgarradora, expresión genuina de su pueblo, al denunciar la muerte sembrada sobre la tierra española por el fascismo su obra sorprende por la riqueza del verso, la variedad de metros y la elocuencia poética.



CANCIÓN PRIMERA /./

Se ha retirado el campo

al ver abalanzarse

crispadamente al hombre.

¡Qué abismo entre el olivo

y el hombre se descubre!

El animal que canta:

el animal que puede

llorar y echar raíces,

rememoró sus garras.

Garras que revestía

de suavidad y flores,



Regresará del llanto

adonde fue llevada

con su desierta mesa

con su ruinosa cama.



Florecerán los besos

sobre las almohadas.

Y en torno de los cuerpos

elevará la sábana

su intensa enredadera

nocturna, perfumada.



El odio se amortigua

detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza



El libro nos ofrece cuatro puntos de vista en distintos planos: la vida, la pasión, la muerte y el dolor. Cada uno de los poetas es un ejemplo de estos planos. Machado es la vida y termómetro de una República que ya nació muerta. Machado ve como cada día que pasa de guerra, y por mucho que luche aportando su poesía, esgrimida como espada, la República pierde terreno vital al igual que su salud se deteriora con la pérdida de una libertad y oportunidad que parece esquiva en la historia del  suelo patrio. No es coincidencia que, casi ya acabada la guerra él mismo muriera exiliado en Colliure, a la vez que acababa muriendo la República por la pasión de la vida en un fulgor que nos deja ciegos con solo mirarlo, el aleteo de un colibrí. En vida tan rápida e intensa sintió como nadie el primer mazazo de la guerra, el primer desgarro de la zarpa sangrienta que se llevó por delante a cientos y cientos de españoles. Muerte absurda debida a rencores y malentendidos que llevaron a la tumba al nuevo fénix de la literatura española. Miguel Hernández es la muerte en guerra y muerte en prisión… muerte de España. A diferencia de los dos poetas anteriores fue el más combativo, llevando su poesía por las trincheras no solo para levantar el ánimo de los soldados sino para ofrecerles un mundo distinto al de la incultura al que orgullosos y depreciables terratenientes de España cerrada y sacristía les habían sepultado. Nunca le fue perdonado por los espadones de brillantes galones; y Juan Ramón Jiménez es el dolor, el dolor fuerte y clavado como una espina de rosal, que sufre en su exilio allá en la Américas que tan poco le gustaron.



JUAN RAMON JIMENEZ

ADOLESCENCIA

En el balcón, un instante

nos quedamos los dos solos.

Desde la dulce mañana

de aquel día, éramos novios.

El paisaje soñoliento

dormía sus vagos tonos,

bajo el cielo gris y rosa

del crepúsculo de otoño.

Le dije que iba a besarla;bajó, serena, los ojos

y me ofreció sus mejillas,

como quien pierde un tesoro.

Caían las hojas muertas

en el jardín silencioso,

y en el aire erraba aún

un perfume de heliotropos.

No se atrevía a mirarme;

le dije que éramos novios,

…y las lágrimas rodaron

de sus ojos melancólicos



Premio Nobel de Literatura en 1956, por el conjunto de su obra, entre la cual destaca la narración lírica Platero y yo. El Premio Hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez es un prestigioso premio literario otorgado por la Fundación Juan Ramón Jiménez en Moguer, España. Fue creado, en 1981, en honor al Premio Nobel Juan Ramón Jiménez con el objetivo de promocionar y editar obras de otros autores, así como homenajear al poeta moguereño.



                                               

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