Poemas de Lizzie Castro





Las 2 am,
pierdo el tiempo en internet
abro una página
los sonidos se acumulan:
riiing, riiiimg, riiiiing
es un teléfono de disco,
tap, tap, tap
es una máquina de escribir,
rac, rac, rac, rac, click
es una cámara fotográfica de rollo,

hay iconos de cada uno de ellos,

tecnología del siglo pasado:
un fax, una registradora manual,
una tornamesa de discos de vinilo.

Un museo virtual que resguarda
los ruidos que forman el soundtrack de mi infancia.
Pensé que la nostalgia era exclusiva de mis abuelos,
pero no, me he topado con esa ventana que me recuerda:
la añoranza ya es parte de mi generación.
www.savethesound.info
for the new generetion,
or only for us?





Primera reunión de la AAA
-Animales Autistas Anónimos-
se abre sesión:
el primero en hablar es un gallo (anglo) y muy propio dice:
cock-a-doodle-do,
algo inquieto, le responde un guajolote (mexa):
gooordo, gordo, gordo, gordo,
un gato (nipón) erizado los interrumpe:
nyaa, nyaaa, nyaaaaa,
trata de poner orden un cerdo (polaco):
kwik, kwik, kwik,
ya desesperada grita un ave (germana):
piep, piep, piep, piep!!!!;
nadie se entiende.
Un cuervo (poliglota) bastante ansioso los mira, y se queda pensado:
no avanzaremos en nuestros desórdenes mentales
hasta que nos demos cuenta que todos hablamos en idiomas diferentes.






Con 11 años camino hacía la tienda,
es toda una proeza,
hay algodón
comprimido entre mis piernas
-voy trotando en un caballo
acolchonado-
El tendero me conoce desde niña,
es compañero de béisbol de mi
padre desde hace años.
Pedirlas es fácil, lo complicado viene
después,
cuando me mira de arriba abajo con
una mueca de desprecio;
se dirige a la trastienda, es ahí
donde guarda esos artículos,
hace de una transacción ordinaria
una venta clandestina,
pues envuelve el paquete en hojas
de periódicos
y lo mete en una bolsa negra de
plástico,
es algo que tiene que esconder,
como el hecho de que ya alcanzo
el timbre,
y ya no soy una niña.






Abre la puerta del Oxxo una y otra vez
nadie quiere que lo haga
nadie lo pide

así nos obliga a verla
su labor es un sinsentido

pero qué más da
está destinada a hacer
sólo eso

quedándose allí
deseando:
que la esperanza pase
y el día de hoy no dure.







Azorada habla a solas con ella misma
la gente la oye
pero no la escuchan

le temen
huyen a su paso
no entienden su poesía

se pierde

queda suspendida
y una voz le recuerda:
en el silencio de la noche
no todo es amor o muerte.






Rodeada de micifuces 
le regalan croquetas

la caridad es para los que maúllan

para ella sólo indiferencia
por eso su rugido mudo
no para de decir:
morir
me atemoriza.







Está harta de fingir la voz
para poder entrar

en el refugio no hay camas
dormirá en el piso

no debería estar ahí
pero hace tiempo que no se baña

quiere sentir el agua en su cara
le da igual ser descubierta

alguien la observa mientras se friega las nalgas

en su delirio ese alguien se relame los labios
y firme le dice:
esta vez no te va a doler
ya estás acostumbrada.





Recorre las calles dejándose caer
en el fondo de un cuento que la debilita
que le enreda los hilos en el pensamiento

sus ojos están en todo
la falta de coherencia la traiciona
y los retazos de caminos andados la invaden

hoy no hay un tú, sólo un yo que lentamente
le murmura:
ya va siendo hora de que te muerdas las venas.








Lizzie Castro: Nació Guadalajara, Jalisco (1980)  Ha participado en diferentes Talleres de Creación Poética: El Taller Guillermo Fernández, impartido por la poeta Luz Olivares, con sede en el Ex Convento del Carmen;  en la SOGEM Guadalajara atendió el taller de poesía con el escritor y Maestro Luis Alberto Navarro; parte del taller de poesía “Calle de Cervantes” que coordina la escritora Iliana Hernández Arce.




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