Nuestro corazón se rebela frente a un universo [Sobre Propiedad de Roberto Bustamante] por Francisco Rangel



Nuestro corazón se rebela frente a un universo

¿Es  que  estamos  condenados,  los  que  vivimos  el  presente,  a  nunca  experimentar  la autonomía,  a  nunca  habitar  ni  por  un  momento una  tierra  regulada  sólo por  la  libertad? ¿No  nos queda otra opción que la nostalgia del pasado o la nostalgia del futuro? ¿Tendremos que esperar a que  la  totalidad  del  mundo  sea  liberado  del  control  político  antes  de  que  uno  sólo  de  nosotros pueda afirmar conocer la libertad?
Hakim Bey

Propiedad. Roberto Bustamante. Editorial Navaja.2018
Bustamante presenta un puñado de poemas que los recorre una transformación: un hombre tocado por el capital se convierte en perro. Sí, es la misma estrategia de Kafka. Pero saltemos la obviedad. Me intereso el contenido. Propiedad nos muestra la precariedad en la que un grupo de humanos vive. Nos lleva a la revuelta, al enojo, a la fiesta y nos invita a desmadrar todo para volver a ponerlo en sitio que se merece.
El texto mantiene una política cercana a la postizquierda norteamerica: es una insurreción, una revolución que se sabe fallida desde su nacimiento. Es un circulo vicioso que se sabe innecesario. Un punto que niega el proceso histórico que exige el acto revolucionario.  Sabe que la revolución es un acto fútil al enfrentar un Estado que la absorbería y traicionaría los sueños e ideales en la sostienen. Así que busca en el canto y acciones de chaman para volverse insurrecto. Se acerca a aquel acto chamánico donde el brujo trepa por el palo central de la choza y escapa por el agujero por donde sale el humo. Sabe que ese momento en que el lector y el texto conviven será libre de Simulación… podrán dejar el estilo de vida, para respirar vida.

¿Dónde esconderé las armas hechizas
si no en un poema?
¿Dónde si no en poema
esperaré la huelga de los ríos?

Saberse en un momento histórico donde ya no hay tierra ignota, desaparecidas las “últimas fronteras”, lo lleva a evitar la precisión. Nunca es preciso, no hay mapa o guía. Es un momento para perderse: tiene la propiedad de perdernos por los lugares ya conocidos. Es más, no buscas espacios, no brinda tiempo que quemaremos con lujo. Ese lujo es toda una investigación antropológica: busca al grupo de nómadas y se libra de la familia nuclear. La hermana representa esa familia que nace de la escasez y siempre provoca miseria. La banda nómada, por lo contrario, siempre se da en la abundancia y siempre es prodiga.

Grethel espolvorea sexo orquesta
lava los platos
desecha el arroz
y el pollo broster crudo va a una bolsa
que reserva

Así nos muestra la arruinada vida familiar: sólo es una caja de resonancia para lo que ya sabíamos: la familia te enferma hasta convertirte en un ser indolente a los demás.   
Sin embargo no es un fiesta que nos invite a celebrar los grandes momento de la vida. Sabe que eso es pura representación y para eso ya tenemos dispositivos para contactar y estar ahí, con otros seres humanos. Y eso, señores, es puro panfleto publicitario.
La fiesta que Bustamante es pura espontaneidad. Es un cara a cara lleno de risas, lagrimas y emociones que retuerces las tripas. El texto es una máquina de guerra como lo proponían Gilles Deleuze y Felix Guttari: un objeto exterior al Estado que es una bola o una ficha, simple unidad aritmética, cuya única función es anónima, colectiva o de tercera persona; sólo tiene un medio de exterioridad o relaciones extrínsecas con nebulosas, constelaciones, según las cuales desempeña funciones de inserción o de situación, como bordear, rodear, romper: es una guerra sin línea de combate, sin enfrentamiento y retaguardia, en último extremo, sin batalla: pura estrategia.

El fantasma de un comando conjunto
observa la línea imaginaría
lo que creyó defender

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