Poemas de César Antezana Lima




caminos
el rumor de tu cuerpo corriendo detrás
tu silueta apurada repitiéndose en mi cabeza
                                                 de pronto
la luna alta, mi almohada, tus labios, mi sexo
trafico un juego de lencería que hurté de mi hermana

sé que ella te gustaba




sonidos 
una fruta desconocida
se atora en mi garganta
           justo cuando iba a decirte que te amo
y sale por mi oreja derecha y descansa en el barro
dejándome deshabitada

entonces hueca, resueno



inicial
el desorden de mis deseos
me permite reverenciar tus espacios misóginos



incrustaciones
tu mano extendida
sobre mi espalda desnuda
mis huesos acomodándose a la sombra de tus dedos
otra vez el ritmo aletargado
de esta vida insatisfecha
que describes violento en mi cuerpo
               con los golpes de tu cadera



vestimentas
hierofanía:
toma en cuenta mis desvelos, mi obediencia
asume mi llana intención de hundirte el cráneo con elegancia contenida
nunca en domingo
jamás en la casa de tu familia que con tanto cariño me alimenta
sólo recuerda cuánto me rio de ti
al darme una bofetada que me deje boquiabierta

                       pero esta vez hazlo bien
                       que quiero acariciar el ardor hasta después de medio día



tersura
te tengo y me tienes
juguemos a ver quién tiene más a quién
yo conservo un zapato tuyo y un par de pañuelos manchados
tú guardas, sin decírmelo, un precioso conjunto de dormir
que te dejé la noche en que me abandonaste en la puerta del hotel
beso todas las mañanas un anillo tuyo demasiado pequeño para ser tuyo
llevas en el bolsillo del saco
unas toallas íntimas para chantajearme cuando llegue la ocasión
tengo tu bolígrafo azul, tú tienes mi media chulla
tengo tu libro de religiones antiguas, tu guardas mi libreta de ahorros
aún guardo ese par de dientes que te arranqué después del almuerzo en aquella concurrida playa sin que nadie lo notara
tú tienes tres gotas de mi sangre

¿pretendes un listado eterno?
dame tu mano y arráncame vello púbico
no quiero seguir hablando



anjani
vengo de las habitaciones en que alguna vez tuve miedo
vengo de sus rollizas intenciones de aniquilar el espacio y congregar para siempre el tiempo de la iniquidad
vengo de su ademán frívolo de preservar para siempre el instante de la epifanía que enmohece lentamente en nuestros ceniceros descascarados y malolientes
vengo de las inquietudes de tu piel, de sus aerostáticas revoluciones por minuto que debajo de la cama amontonan incontables botellas de bourbon
vengo de las comisuras de tus labios, asoladas por el amanecer que apelmaza allí, justo allí, los desechos del día anterior, los remanentes de una fiesta absurda que nos empeñamos en prolongar como una bocanada sagrada de tifus

tengo grosellas en almíbar para nuestro antojo de burguesía y te enfadas como un niño que nunca ha sabido aceptar el destino de los pobres o la suerte del rodaballo

¿hasta cuando caminarás estas nubes alargadas por el sablazo de un paraguas, consultando viejos libros de Fichte?
¿destripando su coyuntura en los tejidos de los indios?
¿bebiendo sake del tiempo de los molinos, del tiempo en que las lagunas rebosaban difteria y se encontraban asolando las ciudades en forma de pantanos?

las campesinas mascullan secretos con los arrozales y escupen una desdicha mutua que nos termina agriando la lengua, que ahora sólo sabe decir palabras salvajes de coloración indescifrable

hablo por mi piel urgida de tatuajes trashumantes, de mingitorios abrumados por el sexo y por los versos de algunas poetas desnudas como las telarañas que nos envanecen en el tiempo de las lluvias primiciales
destripamos y arrullamos esperanzas, fingimos estar muertos y la dinamita estalla su desborde de pólvora sedienta de caracolas traídas de territorios estupefactos y lejanos

como si confiáramos el destino de querernos al solipsismo de la estrategia de las guerrillas

los pequeños hombres rotos
se tutean
en medio de una sobria retirada en cámara lenta

dañamos los cementerios y los envolvemos en misterios que nunca tuvieron
porque allí sólo yacen los muertos
como yacen en el carrusel los animales de yeso, los niños que no tienen tiempo, los cigarrillos liados con tabaco francés y la insulina que regurgita en el intermedio de una pieza aburrida de chopin
cuánto detestábamos a chopin y su lentitud acontecida como una bocanada en forma de hembra subiendo despacio y dramáticamente por una larga escalera con un delicado acabado en caoba negra

ahora sólo eres un muerto que colinda su deseo con otro tipo de texturas, que escarba en bibliotecas libres de ántrax y que adorna su pelo de enjambre con algunas hojitas tejidas de retama y colihue





César Antezana Lima es activista del espacio trans/cultural ALMATROSTE (desde el 2004), de la editorial artesanal del mismo nombre (desde el 2007) y del fanzine La zurda siniestra, coorganizadoras de la FLIA La Paz (Feria del libro independiente y autogestionado). Ha publicado el libro de narrativa Zzz… y los poemarios El Muestrario de las pequeñas muertes (Ed. Almatroste), Cuerpos imperfectos (en el marco del II concurso de poesía Edmundo Camargo) y Masochistics (premio nacional de poesía Yolanda Bedregal, 2017). Es estudiante de literatura en la UMSA de La Paz y además de ser creyente de la praxis anarquista, reivindica el feminismo QUEER en toda su monstruosidad.



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