"Al poema le es dado envolverlo todo,
evidenciar las relaciones que hacen posible
la armonÃa del caos"
Hernán Miranda
¿Tiempo, fugacidad, edades, gusano! Son el violento tropel de titanes que nos decide
Eduardo Anguita a la hora del estÃo para plantear lo efÃmero del rio que no ha de bañarnos
dos veces, que ha de dar al mar que es el morir. Lo inalcanzable de su transcurrir y nuestra
deuda para con él, para con el nosotros. Todo prÃncipe danzante es por consecuencia de sÃ
mismo , rey y culpable de su muerte: "El rey murió, un muerto es el culpable" .
A continuación meditaciones y notas con respecto a la introducción del poema "Venus en
el pudridero" de Eduardo Anguita, palabras para recordarnos (ocultar) quizás lo único
verdadero, que respiramos y dejamos de respirar.
"¿Escucháis madurar los duraznos a la hora del estÃo?" Abre Eduardo Anguita su poema
con un inquirir directo al interlocutor que somos nosotros, "¿escucháis?" el poeta se dirige a
un tú, a un nosotros los lectores, buscando quizás asà atraer la atención para advertirnos ya
de manera inicial como "van madurando" los duraznos, como pasa el tiempo para los
duraznos, situados en una hora especial "la hora del estÃo"(hastió) la hora del calor, la hora
de la exaltación ¿Una suerte de advertencia? Llamado de atención del poeta para que
notemos el pasar del tiempo rápido y ardiente, el poeta por otra parte ha de pensar en el
gusano.
En primera medida entenderemos todos la idea de gusano como acercamiento a la tierra, al
fango, a la cripta, al pudridero, pero lejos de la idea de "Podrido" que se desprende en una
primera instancia de pudridero lo que debemos considerar es la idea de "Podrir" como el
proceso de todas las cosas, proceso del que difÃcilmente hallaremos algo exento, la otra
cosa de la que nadie ni nada está exento serÃa el paso del tiempo.
"Lugar para pudrir", bien podrÃa ser, lugar para pasar el tiempo, pudrición, proceso de
tiempo, de ahà la genialidad y misión del gusano como emisario de tiempo, en el fondo el
poeta nos dice que él al igual que nosotros percibe el tiempo pasar, pero lo percibe a su
manera de poeta, pensando en lo simple y amenazante del gusano. Para reforzar dicha idea
vendrÃa también a tópico plantear otras cualidades del gusano, su forma alargada que se
estira y flexiona, quizás incluso decir que se repite, cómo negar además la pseudo
inmortalidad que posee: Divide un minuto y obtén segundos, divide al gusano y obtén
gusanos.
Notaremos que la aparición del gusano en el poema de Anguita va de la mano a "saltos
temporales", gusano reloj, gusano tiempo. "Al borde del pozo, gusano y amante,/ los dos
punteros del reloj.[...]".
Ahora bien, existe también la imagen de los amantes dentro del poema, si bien he decidido
no referirme a ellos mayormente, quisiera mencionarlos de todas formas para plantearlos
como la imágenes de las victima a todo lo demás dispuesto en el poema, los amantes están
ahà para acercarnos las ideas a nuestras propias ideas, los amantes serán siempre una
imagen poderosa y llamativa, pero en el contexto del poema son como nosotros, marionetas
dentro de la idea de tiempo en el poema de Anguita su beso es "como una hoja seca".
Como sÃmbolo complementario al tiempo en el poema de Anguita tenemos las edades del
prÃncipe quien nos acompaña primeramente durante el proceso del poema (en la medida
que le es posible) ya que si bien el prÃncipe no es el gusano, el prÃncipe no es inmortal, el
prÃncipe debe morir.
Primeramente el prÃncipe danza, siendo un sol varonil frente a otro sol varonil, ese otro sol
es el anciano quien aparece "llorando y sombrÃo", se realiza aquà una primera relación
juventud/ancianidad reflejadas como una dualidad por Anguita quien al mismo tiempo las
fusiona en la estrofa, ambos son el mismo sol, las caras de la misma moneda. Pido la
licencia para tomar las ideas de Erasmo de Rotterdam en su "Elogio de la locura" donde
también relaciona anciano y niño como ideas "terriblemente cercanas" acercadas cada vez
más por el incremento de la necedad en el transcurso de los años. En el contexto del poema
de Anguita dicho contraste inicia una caótica idea de tiempo, que se enmaraña, se deshace y
se mezcla para transformar el ahora en el ayer y posiblemente en el mañana. Nuestro
tiempo es el mismo tiempo que fue.
"¿Quien osa alzar el Tarot vertiginoso?"/Todas las fechas están prontas, o marchitas, como
nunca nacidas/niño y anciano, en este instante tenéis la misma edad:/Solo un instante:/¿No
habéis empezado? ,¿Habéis terminado?/¡A que pensar en el gusano!."
El Tarot que neciamente se estima capaz de descifrar el tiempo, si ya todas las fechas son la
misma fecha, comienzo y final, ¿Habéis comenzado o habéis terminado de pensar en el
gusano?
A posteriori dentro del poema existe un salto que me atrevo a señalar tanto fÃsico como
metafÃsico, temporal.
La estrofa siguiente a la última estrofa citada se presentan en el texto con una separación
fÃsica más marcada que los anteriores y de la misma forma se apreciara un cambio en el
poema:
"El rey que tomó la ciudad/y con ella hizo una argamasa de sangre/dejó el horror, dejó el
escarnio;/las vÃrgenes violadas están vivas, las viudas maldicen./El rey murió. Un muerto es
el culpable".
El niño que fuera prÃncipe en contraposición al anciano es ahora rey, efecto de pudridero,
efecto del gusano, pero dicho rey no es relacionado al anciano ni al niño, el rey como idea
de adultez es presentado en soledad y ahora en la soledad de su reinado, vÃctima de sÃ
mismo y culpable de lo sembrado el rey debe morir, el gusano sigue su curso, el pudridero
realiza su trabajo.
Me detengo aquà por un segundo (espacio tiempo) en el último verso de la estrofa "El rey
murió. Un muerto es el culpable", la muerte del rey y el culpable de la muerte aparecen en
el mismo verso, he aquà una idea de muerte propia, un ser culpable de la propia muerte, rey
muerto y muerto culpable, ¿Consuela o condena dicha declaración? Saber que el último
instante será ,de alguna forma, el que más nos pertenece, indiferente de quien o que nos lo
traiga.
Siguiendo con el poema surge la imagen moderna para reflejar la misma idea y quizás
acercarla a una suerte de representación de lo "atemporal del tiempo", lejos de las épicas
eras de prÃncipes y reyes se nos acerca ahora, como atravesando una agujero de gusano, a
nuestra eras de tragedias y heraldos no cuervo sino ambulancia:
"El diabólico motorista que en carruaje veloz/cruzó la calle sin razón aparente/a un chico
dejó invalido, a una novia le quebró la columna./El motorista ha muerto/a él se debe este
mundo"
El diabólico motorista que en carruaje veloz: Motorista - modernidad, carruaje -
antigüedad, se funde el transcurso temporal ahora sin lugar a dudas en los versos de
Anguita. Además la idea de velocidad se presenta ahora oculta en el instante que puede dar
lugar a una tragedia, punto importante dentro del poema que es representado por el
motorista, quien velozmente o mejor dicho "fugaz" afecta a todos para luego desaparecer,
como los rÃos en la muerte. "Cómo pedirles cuentas, todo trayecto es corto.[...] ¡A muertos,
a muertos se debe este mundo". La fugacidad del tiempo y lo terrible de su efecto que solo
se acentúa ante la imposibilidad de argumentar contra él, el tiempo pasa y muere, los
segundos escapan rápidamente sus turnos de trabajo, el motorista actúa sin razón aparente y
muere, solo nosotros, que nos quedamos, debemos lidiar con su obrar, a ellos les debemos
este mundo. "Maravillas y desdichas: Cuanto nos es dado es obra de muertos; como
pedirles cuenta, todo trayecto es corto."
Llegando al final de la introducción en el poema de Anguita nos encontramos la siguiente
declaración, que como ella misma versa, seguirá ondulando por la eternidad:
"Tiempo furioso, memoria feroz./esa fuerza desprendida del látigo, que sigue
ondulando/cuando la mano que lo maneja ya está hecha polvo/el latigazo aun azota con
destreza terrible y melancólica"
Lo hecho en un instante dará pie al próximo instante, lo que hicimos ayer es culpable de lo
que hacemos hoy y lo que hacemos hoy, será, para maravilla y desdicha, culpable de lo que
ocurra mañana. La amada que pronuncia las palabras de amor al estar bajo dominio del
pudridero y el gusano las despronuncia al mismo tiempo, es por ello que este mundo se lo
debemos a un muerto, nosotros al mismo tiempo que estamos vivos vamos inevitablemente
al morir, si todo instante es el mismo instante quiere decir que nuestro mundo se lo
debemos a un muerto, un muerto nosotros mismos. He ahà la belleza del actuar, que nos
pertenece y no nos pertenece, todo acto es un acto caritativo de mártir que retumba y
resuena por la eternidad y su reverberación no será oÃda por nosotros, si no por los demás,
queramos o no queramos, nos guste o no nos guste:
"[...]El amor, el aroma y los actos fortuitos,/más existentes que sus autores, gemas en
silencio,/que no se quieren invisibles, y si se quieren asÃ, al fin y al cabo,/ como sentirse
llamados a vivir sólo un instante/y servir para mucho, mucho tiempo."
A manera de cierre Anguita plasma protegido por un paréntesis en el poema esta suerte de
reflexión/meditación que se escapa de cierta forma a la tónica del texto y da la idea del
autor y/o poeta dentro del mundo anteriormente planteado. Finalmente llegar a la
culminación que será suerte de "epitafio" al poema. Mejor será pensar en el gusano.
"No lamentes la ausencia de la semilla
ama grandemente el fruto dado,
la semilla debe morir."
His trick is you and me boy
Eduardo Anguita - Venus en el pudridero.
Venus en el pudridero.
¿Escucháis madurar los duraznos a la hora del estÃo,
a la venida del sol, mientras un prÃncipe danza
en vÃsperas de su coronación?
Yo pienso en el gusano.
¿OÃs podrirse los duraznos en el granero,
al atardecer, mientras las fechas del reino
caen de los tronos
y el viento las amontona, las dispersa y olvida?
Yo pienso en el gusano.
Si veis montar el agua de la noria,
con un niño fijamente asomado al brocal
frente a frente al abuelo
y se siente el beso de los amantes como una hoja seca
que al pie del tiempo aplasta crepitando:
¿los amantes están muertos? No preguntéis con torpeza.
Pensad en el gusano.
Al borde del pozo, gusano y amante,
los dos punteros del reloj.
El agua está vacÃa y la amada es un torrente
de mil rostros despeñados.
Ambos sedientos, un sol varonil frente al otro
sol, también varonil,
pero llorando y sombrÃo:
el de le aurora y el atardecer, Ãntimamente coludidos,
aparentemente enemigos y cuán quebrantados.
Llegan carretas rebozantes de frutas maduras,
se despiden los ancianos,
las raÃces quedan en acecho al sol de la espera,
se acumulan los hechos.
Niño, niño mÃo, nómbrame sin pestañar,
en un segundo,
las dinastÃas reinantes -siglos, siglos-,
los monarcas desgajados.
Abuelo, abuelo, nómbrame siglos sin pestañar,
en un instante,
antes que el ruiseñor concluya la nota de su silbo.
¿Quién osa alzar el Tarot vertiginoso?
Todas las fechas están prontas, o marchitas, como nunca nacidas.
Niño y anciano, en este instante tenéis la misma edad:
sólo un instante:
¿no habéis empezado?, ¿habéis terminado?
¡A qué pensar en el gusano!
El rey que tomó la ciudad
y con ella hizo una argamasa de sangre,
dejó el horror, dejó el escarnio;
las vÃrgenes violadas están vivas, las viudas maldicen.
El rey murió. Un muerto es el culpable.
El diabólico motorista que en carruaje veloz
cruzó la calle sin razón aparente,
a un chico dejó inválido, a una novia le quebró la columna.
El motorista ha muerto.
A él se debe este mundo.
Cuanto nos es dado es obra de muertos;
nos dejaron maravillas y desdichas;
cómo pedirles cuenta, todo trayecto es corto.
Muertos poderosos que nos legaron herencias
imposibles de revivir, imposibles de evitar.
¡A muertos, a muertos se debe este mundo!
Tiempo furioso, memoria feroz.
Esa fuerza desprendida del látigo, que sigue ondulando
cuando la mano que lo maneja ya está hecha polvo,
el latigazo aún azota con destreza terrible y melancólica.
¿Podemos comprender que la amada,
apenas pronunciadas las palabras del amor,
cambie, desaparezca, se destituya?
Y todavÃa sientes la presión del abrazo,
el calor de su beso
y su boca ha expirado?
A un muerto, a un muerto se debe este mundo.
(De modo semejante, el Rosal misterioso,
centro Ãgneo de radio cero, palpita en reposo
en el corazón del jardÃn,
y de él fluyen los rayos, los pétalos, la extensión de los prados;
salió al dÃa, y extendiendo los brazos su amor emana
en forma de apóstoles, de mártires, de amantes de todo orden,
y hasta de esas señoras que reparten la piedad
y son tantos más agrias
para que la moneda se vea más dulce y no les pertenece.
El amor, el aroma y los actos fortuitos,
más existentes que sus autores, gemas en reposo,
que no se quieren invisibles, y si se quieren
asÃ, al fin y al cabo,
como sentirse llamados a vivir sólo un instante
y servir para mucho, mucho tiempo).
No lamentes la ausencia de la semilla,
ama grandemente el fruto dado.
La semilla debe morir.
a la venida del sol, mientras un prÃncipe danza
en vÃsperas de su coronación?
Yo pienso en el gusano.
¿OÃs podrirse los duraznos en el granero,
al atardecer, mientras las fechas del reino
caen de los tronos
y el viento las amontona, las dispersa y olvida?
Yo pienso en el gusano.
Si veis montar el agua de la noria,
con un niño fijamente asomado al brocal
frente a frente al abuelo
y se siente el beso de los amantes como una hoja seca
que al pie del tiempo aplasta crepitando:
¿los amantes están muertos? No preguntéis con torpeza.
Pensad en el gusano.
Al borde del pozo, gusano y amante,
los dos punteros del reloj.
El agua está vacÃa y la amada es un torrente
de mil rostros despeñados.
Ambos sedientos, un sol varonil frente al otro
sol, también varonil,
pero llorando y sombrÃo:
el de le aurora y el atardecer, Ãntimamente coludidos,
aparentemente enemigos y cuán quebrantados.
Llegan carretas rebozantes de frutas maduras,
se despiden los ancianos,
las raÃces quedan en acecho al sol de la espera,
se acumulan los hechos.
Niño, niño mÃo, nómbrame sin pestañar,
en un segundo,
las dinastÃas reinantes -siglos, siglos-,
los monarcas desgajados.
Abuelo, abuelo, nómbrame siglos sin pestañar,
en un instante,
antes que el ruiseñor concluya la nota de su silbo.
¿Quién osa alzar el Tarot vertiginoso?
Todas las fechas están prontas, o marchitas, como nunca nacidas.
Niño y anciano, en este instante tenéis la misma edad:
sólo un instante:
¿no habéis empezado?, ¿habéis terminado?
¡A qué pensar en el gusano!
El rey que tomó la ciudad
y con ella hizo una argamasa de sangre,
dejó el horror, dejó el escarnio;
las vÃrgenes violadas están vivas, las viudas maldicen.
El rey murió. Un muerto es el culpable.
El diabólico motorista que en carruaje veloz
cruzó la calle sin razón aparente,
a un chico dejó inválido, a una novia le quebró la columna.
El motorista ha muerto.
A él se debe este mundo.
Cuanto nos es dado es obra de muertos;
nos dejaron maravillas y desdichas;
cómo pedirles cuenta, todo trayecto es corto.
Muertos poderosos que nos legaron herencias
imposibles de revivir, imposibles de evitar.
¡A muertos, a muertos se debe este mundo!
Tiempo furioso, memoria feroz.
Esa fuerza desprendida del látigo, que sigue ondulando
cuando la mano que lo maneja ya está hecha polvo,
el latigazo aún azota con destreza terrible y melancólica.
¿Podemos comprender que la amada,
apenas pronunciadas las palabras del amor,
cambie, desaparezca, se destituya?
Y todavÃa sientes la presión del abrazo,
el calor de su beso
y su boca ha expirado?
A un muerto, a un muerto se debe este mundo.
(De modo semejante, el Rosal misterioso,
centro Ãgneo de radio cero, palpita en reposo
en el corazón del jardÃn,
y de él fluyen los rayos, los pétalos, la extensión de los prados;
salió al dÃa, y extendiendo los brazos su amor emana
en forma de apóstoles, de mártires, de amantes de todo orden,
y hasta de esas señoras que reparten la piedad
y son tantos más agrias
para que la moneda se vea más dulce y no les pertenece.
El amor, el aroma y los actos fortuitos,
más existentes que sus autores, gemas en reposo,
que no se quieren invisibles, y si se quieren
asÃ, al fin y al cabo,
como sentirse llamados a vivir sólo un instante
y servir para mucho, mucho tiempo).
No lamentes la ausencia de la semilla,
ama grandemente el fruto dado.
La semilla debe morir.
Marcelo Alaniz Goldschmidt: Poeta nacido en la ciudad de La Serena en 1992, obtiene el titulo de
profesor de Castellano y FilosofÃa por la universidad de La Serena el año 2015, publica sus
primeros versos en la Revista Humus el año 2014, el año 2015 se desempeña como profesor de
lenguaje en Vicuña donde realiza la publicación del poemario autogestionado "Rituales de asfalto"
en el marco de las "Lecturas primaverales" realizadas en la misma ciudad además de participar en
variadas lecturas en las ciudades de Vicuña y La serena, el año 2016 colabora con la revista
colombiana "Noche laberinto" y se muda a Alemania, Düsseldorf, lugar donde se encuentra radicado actualmente, el año 2017 obtiene el rango de "finalista" en el concurso "Gonzalo Rojas
Pizarro" organizado por la Municipalidad de Lebu con el poemario "La derrota del Doppelgänger"
logrando formar parte en la antologÃa de dicho concurso y es invitado a las lecturas de la
universidad de La Serena como académico donde finalmente se lee parte de su obra con la ayuda
de terceros, actualmente se dedicado al trabajo poético y el estudio de la lengua alemana
mientras participa en variados centros autónomos de la zona.
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