Luis
Othoniel Rosa – Caja de fractales
EntropÃa,
Buenos Aires, 2017
En el San Juan de Puerto Rico de
2028 hay una crisis energética y alimentaria que se repite en todo el mundo. La
ciudad ha sido amurallada y militarizada, los barrios ricos se han protegido a
su vez con otros muros. Un grueso de la población ha quedado fuera. Los
supuestos excluidos se han organizado en pequeñas comunidades, las que
aprovechan los recursos naturales en diálogo respetuoso con el ecosistema. Aquellos
que están dentro de los muros están cada vez más amenazados.
En Caja de fractales una lucha se reitera una y otra vez; es aquella
que apunta contra la modernidad y su máquina económica, el capitalismo. Esta
lucha ocurre entre la ciudad y sus contornos, y también en las búsquedas de los
personajes, las que acontecen en situaciones de distintos matices. Por ejemplo,
los protagonistas, Alice, Trilci y Alfred resisten dentro de la ciudad y
redistribuyen los pocos recursos que poseen; el profesor O trata de quebrar los
lÃmites del espacio-tiempo y se embarca en un viaje psicotrópico; la boxeadora
Cristi MartÃnez (personaje basado en una boxeadora real) se enfrenta a la
violencia de la lesbofobia; un grupo de niñxs cientÃficxs constituye una
comunidad paralela y alternativa a la de la ciudad; Alfred piensa y escribe
sobre un futuro lejano, más allá de la crisis que lo rodea, y que pareciera la
convergencia alucinada de las luchas: la destrucción de la tierra. Todas estas
búsquedas son formas de saltar la valla del capitalismo, e incluso de pensar y
organizar un nuevo momento.
Sobre esto último se reflexiona
cuando se describe al grupo de niñxs cientÃficxs y su comunidad (en donde ya no
cabe Alfred por su narcisismo). Los niñxs han organizado un espacio social en
donde no existe la propiedad privada y en donde los recursos son generados por
y para la colectividad, y de un modo que no apunta a la acumulación de bienes
ni al maltrato del medioambiente. Se apuesta asà por una forma de organización
social anarquista.
Y es aquà en que la novela toma un
mayor interés. Ya no solo despunta la presencia de la lucha perenne, a ratos
simbolizada divertidamente por pitufos susurrantes o con guantes de box, sino
también la disolución de las ideas liberales de individuo y propiedad. Esa
lucha reiterada, fractal, se convierte en seguida en una posición a favor del
fluir de la vida en comunidad, en conjunto o tribu, y en relación de paridad
con el entorno.
Al respecto, resalta dos detalles. En
la última página, y mediante el señalamiento de algunas fuentes bibliográficas
(que han inspirado o han sido reapropiadas o adaptadas para la novela), se deja
en claro que la escritura no es un acto genial realizado por la iluminación de
un individuo, sino por el contrario es siempre (como el lenguaje) la expresión
y el logro de lo colectivo. Esto se complementa con la licencia creative
commons, que permite obras derivadas y reproducciones sin fines comerciales.
Caja
de fractales es una novela estupenda, porque funciona como una suerte de
máquina anarquista, pero también porque sus personajes, más allá de sus
ansiedades, insisten en el humor y los afectos. Luis
Othoniel Rosa – Caja de fractales
EntropÃa,
Buenos Aires, 2017
En el San Juan de Puerto Rico de
2028 hay una crisis energética y alimentaria que se repite en todo el mundo. La
ciudad ha sido amurallada y militarizada, los barrios ricos se han protegido a
su vez con otros muros. Un grueso de la población ha quedado fuera. Los
supuestos excluidos se han organizado en pequeñas comunidades, las que
aprovechan los recursos naturales en diálogo respetuoso con el ecosistema. Aquellos
que están dentro de los muros están cada vez más amenazados.
En Caja de fractales una lucha se reitera una y otra vez; es aquella
que apunta contra la modernidad y su máquina económica, el capitalismo. Esta
lucha ocurre entre la ciudad y sus contornos, y también en las búsquedas de los
personajes, las que acontecen en situaciones de distintos matices. Por ejemplo,
los protagonistas, Alice, Trilci y Alfred resisten dentro de la ciudad y
redistribuyen los pocos recursos que poseen; el profesor O trata de quebrar los
lÃmites del espacio-tiempo y se embarca en un viaje psicotrópico; la boxeadora
Cristi MartÃnez (personaje basado en una boxeadora real) se enfrenta a la
violencia de la lesbofobia; un grupo de niñxs cientÃficxs constituye una
comunidad paralela y alternativa a la de la ciudad; Alfred piensa y escribe
sobre un futuro lejano, más allá de la crisis que lo rodea, y que pareciera la
convergencia alucinada de las luchas: la destrucción de la tierra. Todas estas
búsquedas son formas de saltar la valla del capitalismo, e incluso de pensar y
organizar un nuevo momento.
Sobre esto último se reflexiona
cuando se describe al grupo de niñxs cientÃficxs y su comunidad (en donde ya no
cabe Alfred por su narcisismo). Los niñxs han organizado un espacio social en
donde no existe la propiedad privada y en donde los recursos son generados por
y para la colectividad, y de un modo que no apunta a la acumulación de bienes
ni al maltrato del medioambiente. Se apuesta asà por una forma de organización
social anarquista.
Y es aquà en que la novela toma un
mayor interés. Ya no solo despunta la presencia de la lucha perenne, a ratos
simbolizada divertidamente por pitufos susurrantes o con guantes de box, sino
también la disolución de las ideas liberales de individuo y propiedad. Esa
lucha reiterada, fractal, se convierte en seguida en una posición a favor del
fluir de la vida en comunidad, en conjunto o tribu, y en relación de paridad
con el entorno.
Al respecto, resalta dos detalles. En
la última página, y mediante el señalamiento de algunas fuentes bibliográficas
(que han inspirado o han sido reapropiadas o adaptadas para la novela), se deja
en claro que la escritura no es un acto genial realizado por la iluminación de
un individuo, sino por el contrario es siempre (como el lenguaje) la expresión
y el logro de lo colectivo. Esto se complementa con la licencia creative
commons, que permite obras derivadas y reproducciones sin fines comerciales.
Caja
de fractales es una novela estupenda, porque funciona como una suerte de
máquina anarquista, pero también porque sus personajes, más allá de sus
ansiedades, insisten en el humor y los afectos.
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