Goza tu
síntoma, algunas notas sobre “Shut up and Dance” (Black Mirror)
José
Ricardo García Martínez
I
La
particularidad de la secuencia inaugural de Black
Mirror reside en una dualidad por la cual esta serie no sólo está
estructurada para ser vista, sino también para vernos. Así, la barra circular
de progreso se convierte en una metáfora del pasaje de lo sustancial al código
lingüístico. Es decir, de la mirada, como acontecimiento real y progresivo, se
pasa a la palabra como artificio. Posteriormente, la saturación de luz del
título de la serie establece un nuevo cambio: la fractura, que culmina esta
primera instancia. En sentido estricto, el quiebre disloca al progreso y también
de forma simbólica a la palabra. Esto quiere decir que el pasaje de lo real al
código lingüístico es un desarrollo fallido. Por otra parte, la ruptura, a la
vez de representar este fracaso, será una consecuencia por la cual se establece
un canal de comunicación visual. No es por el círculo en progreso, como representante
de la mirada, que se tiene acceso al mundo de la ficción, ni por la palabra en
sí, sino por la rotura en sí.
El juego de oposiciones, de la secuencia inicial de Black Mirror, entre ver y ser visto se convierte en una constante
narrativa en toda la serie. Así, pueden ser mencionados episodios como “The
National Anthem”, “White Bear”, “The Entire Story of You”, “The Waldo Moment” y
“White Christmas” en los cuales el compromiso del acto de mirar adquiere
relevancia narrativa, pero también complejidad enunciativa. A la lista antes
mencionada, habría que agregar tres episodios de la última temporada:
“Nosedive”, “Men Against Fire” y “Shut up and dance”. Y es tal vez éste último
el que configura de mejor manera, al menos en la tercera temporada, la contrariedad
expresada por los títulos de la serie, llevándolos al extremo de sus propias
configuraciones narrativas.
II
La
primera secuencia de “Shut up and Dance” sólo adquiere relevancia cuando un
corte narrativo marca el título del capítulo. Antes de este corte, es necesario
mencionar que el despliegue de acciones realizadas por la mujer es provocado
por la incidencia de alertas provenientes de su celular. Así, ante la alerta,
la acción se vuelve una reacción automática. En términos generales, el teléfono
ordena y la mujer actúa. La preeminencia de la acción en esta primera secuencia
lleva a la total representación del título del capítulo. En estos términos, la
implicación directa de “Shut up and Dance”, no sólo posiciona a la acción a ser
llevada a cabo inmediatamente después de ser dicha la orden, sino que al callar
la palabra deba de ser destruida. Consecuentemente, la destrucción lexical
aproxima este comportamiento a la fractura representada en el momento
introductorio de cada capítulo. De regreso al capítulo en cuestión, cabría
decir que esta primera secuencia, acompañada, y cortada, por el título del
episodio, precisa una problemática identitaria en la cual para ser hay que hacer. En otras palabras, la conceptualización
personal no dependerá de la capacidad de expresión, o nominalización, sino de
la capacidad de acción del primer personaje, y posteriormente de los demás
personajes involucrados en la narración.
“Shut up and Dance” aborda problemáticas referentes al manejo de
información público y privado a partir de la dualidad ver y ser visto. En este
orden de ideas, una de las preguntas importantes del episodio radica en qué
pasaría si el plano personal quedase completamente exhibido. La respuesta
otorgada por el capítulo configura la total destrucción del sujeto a partir del
choque con los valores de la colectividad contra los suyos. Ahora bien, la gran
cantidad de lecturas posibles a partir de las contraposiciones discursivas
entre lo público y lo privado, ver y ser visto, exhibir y ocultar, precisan a
dejar a un lado la lectura más evidente, la de la iniciación del personaje
principal al mundo adulto. Así, el relato de Kenny, un adolescente quien
trabaja medio tiempo y vive con su madre y hermana, condensa la destrucción,
pero también liberación, supuesta en el proceso de iniciación a la adultez. Al
obedecer de forma maquinal las órdenes recibidas a través de su teléfono
celular, para que su información personal no sea revelada, Kenny entra a una
dinámica donde sus acciones lo definirán como adulto. En sentido estricto, el
arribo a este nuevo mundo significaría dotar a Kenny de cierta inocencia, y es
aquí donde la vuelta de tuerca de la serie realiza su movimiento más retorcido,
pues este personaje ya posee en sí mismo también los elementos más tóxicos y
corrosivos del mundo adulto. Cabe destacar también que esta iniciación no será
en general al mundo adulto, sino al mundo adulto masculino y las connotaciones
que van de entrada en ello. En estos términos, esta lectura precisa rescatar
los distintos aspectos de la relación entre Kenny y los demás personajes,
indistintamente de su sexo. Finalmente, sin alejarse de los establecimientos de
género, el episodio dispone una reflexión respecto a las connotaciones de ser
adulto, ordenar y obedecer.
III
El primer
gesto narrativo por el cual se sabe de la circunstancia de Kenny lo posiciona
dentro de una situación común: joven trabajador, amedrentado por sus colegas y
sujeto siempre a las órdenes de su jefa. Lejos de la obviedad (la carencia de
un lugar para Kenny entre sus pares, o la opresión laboral de su patrona),
existe un cambio en la disposición argumentativa del episodio y es el pasaje de
batuta de quien da las órdenes. De tal manera, de la primer personaje que
aparece en el relato, de quien sólo vemos sus acciones, pero no a quien le ordena,
se configura un cambio sustancial en este posicionamiento en la primera
secuencia del capítulo, pues Kenny es quien obedece y su jefa quien ordena.
Este cambio será ratificado constantemente por la figura del personaje
principal, quien siempre obedezca cuando sea requerido. Entonces, de no saber
quién da las órdenes, el capítulo posiciona en primer lugar un núcleo laboral
donde a la cabeza del posicionamiento jerárquico estará una mujer. Este espacio
de trabajo posee una característica más, y es la del matiz infantil, que
posteriormente develará aspectos trascendentes en la caracterización del
personaje principal. Así, Kenny se desenvuelve entre el mundo laboral adulto y
la constante convivencia con niños, rasgo por el cual se acentúa el suspendido
carácter de adolescente de este personaje. Ahora bien, cuando Kenny regresa a
su casa, este espacio sigue la misma sintomática que la del espacio de trabajo.
En estos términos, el esquema de mando propuesto por “Shut up and Dance”, hasta
este momento, figura a la mujer como agente principal en la generación de
órdenes.
En el espacio privado Kenny tampoco queda exento de ser sometido y de
recibir órdenes. Ahora bien, la falta de la computadora cuando Kenny llega a su habitación establece
una confrontación directa con la cadena de mando. De esta manera, el reclamo
realizado a la hermana se vuelve sustancial para el relato. Este enfrentamiento
entre hermanos establece que uno posee un objeto del cual el otro carece. En un
plano concreto, la computadora es ese objeto deseado por ambos, pero del cual
sólo Kenny es dueño auténtico. Si bien, Kenny es el ultrajado, el reclamo de su
hermana conllevará un posicionamiento que la alinea con las demás mujeres que
hasta ahora han aparecido en el relato. Con el reclamo a su hermano: “Dont be a
bell-end”, la hermana no sólo ordena, sino que su mandato se vuelve un signo de
abandono hacia la figura del falo, al menos en términos psicoanalíticos. La
hermana, pues, al exigir de su hermano no ser un hombre, le exige sumisión y
por tanto que se le otorgue a ella el objeto de deseo de ambos, la computadora,
pues ella ha estropeado la suya y ahora ha estropeado la de Kenny también. En
este sentido se vuelve inevitable una lectura simbólica de la computadora, pues
este objeto representa una obtención inmediata de satisfacción para ambos. La
problemática radica en que la hermana ha averiado la suya y ahora, a pesar de
reclamar la de su hermano, también la ha arruinado. Corresponde, pues, a Kenny
reparar los estragos de su hermana. Desde esta perspectiva, si la computadora
es el objeto capaz de otorgar goce, al ser ultrajado y dañado, la hermana no
sólo no le pide a su hermano no ser un hombre, sino que arruina para ambos la
plena satisfacción a partir del objeto de deseo común para ambos.
La significación de la computadora como objeto de placer no quedará
clara hasta que sea evidenciado su funcionamiento, pero la importancia que este
objeto tiene para Kenny se evidencia, al agregar un cerrojo extra para cerrar
su habitación. Esta acción vituperada por la hermana convierte para ella a su
hermano en un “loco” (you’re mental), mientras que para Kenny su hermana será
una ladrona (and you are a thief). Esto implica que la hermana sea la ladrona
del objeto del goce de Kenny, y a la inversa sea el personaje principal un
loco, pues no sabe gozar de manera adecuada y por tanto su hermana haya
preferido arruinarle dicha acción. Ahora bien, Kenny es habilitado para poder
utilizar su computadora. Es decir, no hace pleno uso de su objeto de goce sino
hasta que le haya agregado nuevos cerrojos a su habitación y su madre le pida
quedarse al mando y cuidar a su hermana mientras ella sale, pues tiene una
cita. Así, una vez solos y Kenny al mando, la utilización de la computadora
queda expuesta: es el objeto que le permite al personaje principal la obtención
de placer sexual a partir de la masturbación. En este sentido, el reclamo a la
hermana cobra sentido. Además, la disposición de los elementos en la mesa de
Kenny otorgan a la computadora un status mítico, es decir, el acto
masturbatorio es también un acto ritual para el personaje principal. Así, la
protección de la computadora y el aislamiento son justificados.
El punto de quiebre del relato sucede posterior al acto masturbatorio.
Ya antes del ritual de Kenny, el episodio establece una infiltración de la
privacidad de este personaje a través de un virus de computadora. Seguidamente,
la exhibición de la masturbación de Kenny a partir de la observación de la
cámara de su computadora lo comprometerá a asumir la acción realizada como
suya. En otras palabras, cuando inicia el chantaje a través del correo
electrónico, la voz colectiva (we saw what you did) procura mostrar y forzar a
Kenny a reconocer su acción más privada y más excluyente: la masturbación. Si
la extorsión prosigue es sólo por la amenaza de mostrar el video de manera pública
y masiva. Así, la violación de la privacidad será la base del chantaje. No
obstante, cabe destacar la incapacidad del personaje principal de verse en el
video que recibe en su correo electrónico. Esto quiere decir, que ni él mismo
concibe el rito recién realizado. En estos términos, el desfase con el ritual
lleva a Kenny a no ser él cuando goza, pues él se desconoce y no puede terminar
de ver su acción en el video. Por tanto, el acontecimiento traumático surge a
partir de la materialización de ese otro siempre presente de manera mítica. Es
decir, al ser la masturbación un acto ritual, implica necesariamente la presencia
de un otro simbólico, mas nunca real y performativo. El trauma nace cuando ese
incómodo otro, paradójicamente dentro del mismo objeto coadyuvante en la
obtención del placer, aparece y además amenaza con exhibir en su totalidad la
privacidad de Kenny. En sentido estricto, la forma por la cual Kenny acepta
seguir la extorsión finaliza el ritual de su obtención de goce y da por
inaugurado un nuevo rito, éste es el pasaje a la adultez.
IV
Si se
puede establecer este nuevo ritual es debido al cambio de voz preceptiva a la
cual responde Kenny. En otras palabras, de obedecer a su madre, hermana y jefa,
Kenny obedecerá a quienes han perpetrado en su máxima intimidad, son voyeristas
de su goce más íntimo y además chantajistas. Cabe agregar como rasgo esencial que
la identidad de los extorsionadores es colectiva y secreta. Entonces, el
personaje principal de “Shut up and Dance” se verá en un posicionamiento donde
dejará a una estructura de control para someterse a otra. En términos
prácticos, si Kenny deja su trabajo y oculta la información a su madre, es
porque la nueva instancia de control (el virus de computadora) posee su secreto
más privado. Así, este nuevo ritual consistirá en obedecer y no preguntar, y
ante cualquier falta a esta nueva norma, la amenaza latente de la propagación y
denuncia de la información será incentivo único y suficiente para programar las
acciones de Kenny. Ahora bien, el desajuste de realidad del personaje principal
perfila a la pérdida de dos espacios trascendentales para él, su casa y su
trabajo. Ante la ausencia de estos lugares y las figuras de autoridad
representadas en éstos, el mundo de Kenny se resume a no tener un lugar y a
obedecer. Más allá de las órdenes como mensajes y la identidad de quienes las
disponen, son quienes están involucrados y las especificaciones de estas
tareas, los elementos que se vuelven esenciales para Kenny ante su nueva
realidad recién inaugurada. En sentido estricto, Kenny entablará contacto
directo con diversos personajes que representarán al hombre adulto, con quien
hasta antes de la extorsión no había tenido contacto. Entonces, los encuentros
y la disposición de éstos será para este personaje un nuevo marco de referencia
entablado a partir del nuevo ordenamiento. Así, no se trata sólo de
confrontarse con los otros hombres, sino de poder cumplir en tiempo en forma
los preceptos de esa voz colectiva y oculta, pero presente y performativa a
través del teléfono celular.
Son tres los personajes con los cuales Kenny mantiene contacto directo.
Si bien, no existe empatía con los tres, al menos existe un reconocimiento.
Éste radica en que cada uno de los personajes involucrados comparte la misma
disposición de Kenny a seguir las órdenes dadas a partir del teléfono celular
de cada personaje. De tal manera, la primera tarea del personaje principal lo
llevará a su primera confrontación con alguien más que comparta su misma
situación. La llegada del otro joven sometido tomará a Kenny por sorpresa. Este
personaje le entregará un paquete, le tomará una fotografía (para enviárselas a
“ellos”), y después desaparecerá, pues no puede ayudar a Kenny. No obstante,
este personaje da la primera recomendación al nuevo adepto, si obedeces “they
drop you off”, entonces, obedece y te dejarán en paz, serás libre. Bajo esta
premisa Kenny decidirá proseguir y así llevará el paquete, un pastel, a una
nueva dirección. Después, surgirá el encuentro más relevante para Kenny y
también para la narración del capítulo. Hector, un hombre quien esperaba a una
joven prostituta recibe en vez de a ella, a Kenny y un pastel que dice “I love
you”. Posterior al encuentro con la realidad y de que ambos sean sometidos de
forma colaborativa para llevar a cabo una nueva tarea, Hector se confiesa ante
Kenny: él sólo quería mantener relaciones con una mujer joven a quien conociera
en internet. Al igual que Kenny, Hector fue observado por “ellos” y ahora es
chantajeado, pues de no obedecer, la información sería expuesta a su esposa y perdería
a sus hijos.
La empatía resultante entre Kenny y Hector los acerca, pues ambos tienen
algo que perder. De esta manera, para el espectador queda clara una relación
simbólica entre los personajes que obedecen las órdenes de “ellos”, todos
tienen algo que perder. Una vez que ambos personajes han entablado cierto grado
de familiaridad, llegarán a su nueva tarea: asaltar un banco. La decisión es
binaria, uno debe ser el conductor y otro el asaltante, Hector decide primero y
Kenny resulta el ladrón. El colapso del personaje principal de “Shut up and
Dance” ante esta determinación lo aterroriza, y no obstante lo hace. De forma
concreta, la intercesión de Hector para que Kenny tome la decisión es
determinante pues ésta cataliza la realización del atraco. “Shut up and breathe through your nose” le dice en repetidas ocasiones
Hector a Kenny. Una vez que este personaje se haya dado cuenta de
las consecuencias de negarse a hacer el robo, se invierte el rol pasivo preponderante
de Kenny, y éste ordena a Hector callarse y baja del vehículo. El atraco es
llevado a cabo por Kenny, quien prosigue con su cambio de actitud y a pesar de
orinarse ordena a la cajera que le dé mucho dinero y roba con éxito. Una vez
superada esta prueba Hector y Kenny deberán separarse, el primero deberá
deshacerse del carro y el segundo llevar el dinero al bosque.
El marcado tono de ritual se acentúa cuando Hector y Kenny se separan.
De tal manera, si todas las pruebas han sido hasta ahora superadas, la última a
enfrentar compromete al personaje principal del capítulo a acometerla después
de haber cambiado radicalmente su actitud.
De cierta manera, a Kenny cada personaje le ha aportado un nuevo
conocimiento. Así, el pasaje de cambio de autoridad le ha ofrecido a este
personaje la oportunidad de realizar, a partir de la obediencia a una figura desconocida,
un cambio notable en su vida. Simbólicamente, los aprendizajes adquiridos desde
el primer encuentro hasta la separación de Hector, figuran a Kenny sometido,
pero a la vez liberado, de cierta manera, pues él también ha dado órdenes y por
consiguiente ha invertido su rol inicial. Para este personaje, el aprendizaje
va desde el propio reconocimiento de su soledad, de aprender a obedecer, (pues
la obediencia ciega implica que en ocasiones se podrá ordenar) y finalmente a
llevar hasta las últimas consecuencias la performación de los mandatos, pues el
secreto más íntimo no debe ser revelado. Así, de la compañía que lo motivara a
realizar el robo, Kenny pasa a estar solo de nuevo. Su pasaje a la masculinidad
adulta no ha terminado.
El último encuentro de Kenny con otro personaje también extorsionado por
“ellos” culminará con la narración y permitirá la resolución de ésta. El hombre
quien espera al joven en un claro del bosque representará la última figura
masculina ante la cual Kenny será contrapuesta. Al exponerse la prueba final,
un combate a muerte entre ambos, filmado por un dron, donde el ganador se
llevará el dinero que Kenny robara, es que surge la confesión, nuevamente, de
los personajes. La vuelta de tuerca de esta declaración reside en que la
historia de Kenny ha sido una mentira, las imágenes ante las cuales se masturbó
eran de niños. Si Kenny ha ocultado hasta este momento la verdad ha sido por la
gran sanción social negativa que la obtención obscena de goce a partir de estas
imágenes representa. Así, es el último hombre con el cual deberá pelear, quien
reconoce la falta subyacente del personaje principal al admitir que él también
profesa este goce. Desde esta perspectiva, la obtención privada y secreta del
goce no puede ser reconocida sino por otro quien sí reconoce en sí mismo su
propia atrocidad. Entonces, Kenny no puede reconocer para sí su propia
atrocidad, de ahí que no pueda verse cuando “ellos” le envían el video de su
acto masturbatorio. Por consiguiente, el último ritual implicará el
reconocimiento de la falta propia y de la falta en el otro. Del primer
encuentro, donde es reconocido el mal común (obedecer sin pensar), a la
obediencia razonada (porque hay mucho que perder), la situación de Kenny llega
al extremo de la obediencia, pues ahora la pérdida es doble. Si no sigue las
reglas pierde su secreto, pero si no triunfa en el combate, perderá la vida.
El cierre de la narración procura la resolución, en primer lugar de la
circunstancia de Hector. En este momento son sobrepuestas 4 narraciones y sus
soluciones (la de la primera mujer que deja el auto y las llaves, la del primer
joven que encuentra Kenny, la historia de Hector y la de Kenny). Así, no sólo
se sabe la resolución de Hector, quien al llegar a casa no encuentra nada que
lo sorprenda, salvo que recibe un mensaje de “ellos”. El mensaje es un
“trollface”, un “meme”, es decir, una imagen que condensa una gran carcajada de
la cual alguien se hace receptor cuando ha sido engañado. Sin prestar atención
a este mensaje, Hector descubre que la información ha sido filtrada y su esposa
se ha dado cuenta de la infidelidad (no realizada, pero sí potencializada).
Después, ya en oscuridad, Kenny aparece abandonando el lugar de la pelea, la
música de ambientación (Exit music (For a Film) de Radiohead) refuerza el
carácter resolutivo del cierre narrativo. Una vez más es cortada la narración
de Kenny y son presentadas las resoluciones de la historia de quien dejara el
pastel en manos de Kenny y de la mujer que apareciera en la escena preinagural
del capítulo. Todos los personajes reciben el mismo mensaje que Hector, por lo
tanto todos fueron engañados, su información ha sido filtrada. Es en este
momento que se vuelve vital la separación de roles y géneros de los personajes,
pues en apariencia todos han perdido, pero la forma mediante la cual la perdida
ha sido representada configura diferentes consecuencias para cada personaje.
V
La
diferenciación radical subyace en el motivo de la extorsión de los personajes.
Mientras que para todos los hombres el oscuro secreto versa sobre la sexualidad
y la obtención de placer, el íntimo secreto de la mujer es el racismo, el odio
al otro. En este orden de ideas, el secreto más íntimo del hombre trasgrede
órdenes de deseo, mientras que la exhibición de la fantasía de la jefa de la
compañía manifiesta una trasgresión de lo políticamente correcto. La gran broma
realizada por “ellos” vuelve visible todo aquello que en apariencia es privado
y secreto; en este momento se vuelven sustanciales los ejemplos por los cuales
Kenny manifiesta su oscuro deseo: trabaja en un restaurante al cual
regularmente asisten niños, siempre observa los dibujos que éstos dejan, busca
la empatía de éstos. Así, el ritual al cual es sometido Kenny para ser adulto procura
posicionarlo dentro del rol de la figura masculina adulta, en realidad el
ritual consistirá en manifestar que la fantasía más profunda y secreta
desestabiliza el rol adulto en general. Entonces, la gran lección de “Shut up
and Dance” exhibe la incapacidad de mantener un rol dominante, pues en el fondo
la subyacente y perversa fantasía desarticula la realidad al ser exhibida
plenamente. Por esta razón, se puede decir que no existe, al menos para el
relato, ningún hombre capaz de mantener enteramente su posición, e igualmente
la participación de la anónima jefa ejecutiva deconstruye la figura de la mujer
empoderada. Por lo tanto, la lectura más perversa de este episodio posiciona a
todo hombre como a un pervertido y a toda mujer como a una jefa amorosa
superficialmente, pero intolerante en el fondo (cabe decir que todas las
mujeres representadas en el texto ordenan a Kenny o a otros personajes y
simbólicamente mantienen una posición de mando).
Ahora bien, “Shut up and Dance” ofrece un final pesimista y no obstante
también es posible una lectura positiva. Más allá de quedar en la posición más
vulnerable, Kenny aparece liberado. Así, a pesar de lidiar con los reclamos de
su madre y finalmente con la policía misma, Kenny intenta huir, corta la
comunicación telefónica con su madre y se dirige en dirección opuesta a los
oficiales de policía. Es este gesto la única acción que permite vislumbrar un
panorama menos pesimista. Es decir, a pesar de la total exhibición de su oscuro
secreto y ahora la pelea a muerte que ha mantenido, Kenny no deja que la
exhibición destruya su rol y por lo tanto su propia ficción, su identidad. En
este sentido, la evasión es un gesto teatral, falso, pero también un ademán
narrativo que le permite al personaje sostener hasta las últimas consecuencias
su propia identidad, de ahí que el fin del capítulo presente a los policías
expectantes de esta última evasión de Kenny. Contrariamente, los otros
personajes exhibidos son confrontados directamente y no evaden sus culpas. Por
consiguiente, el único liberado es el personaje principal. En esta lectura,
“ellos” han permitido la liberación de Kenny gracias a una lección
psicoanalítica, goza tu síntoma, mas no dejes que éste destruya tu mundo y si
lo destroza vuélvete a narrar. Esto quiere decir, que lejos de sólo haberse
validado como hombre adulto, Kenny ha reconocido las reglas más intrínsecas del
juego de roles, nadie está totalmente dotado para obedecer u ordenar, por eso,
el último rescate ante la exhibición de lo íntimo no vendrá del afuera, sino
del adentro, al menos, claro, en términos simbólicos.
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