Crónicas de viaje de Roberto Arlt: Aguafuertes Gallegas y Aguafuertes Cariocas




El viajero curioso, que todo lo observa, marca comparaciones y contrastes no sólo entre Galicia y Andalucía sino en relación con los españoles residentes en Buenos Aires. Costumbres, carácter, clases sociales, comportamiento, actividades, quedan registrados por la pluma inquieta, ávida de conocer y transmitir. Arlt comenta sus inquietudes de escritor: `...y observo aquí, que hablo más de la gente de Galicia que de sus ciudades.` (p. 44). A la manera de una cámara fílmica, pasea su mirada por el paisaje y registra sus impresiones, logrando que el lector viaje con él y perciba los olores y colores de las cosas. Las vívidas descripciones, siempre en tiempo presente, alternan con pensamientos sobre los asuntos más variados, con comparaciones y sugerencias que tornan vívido el relato. Lo que ve, lo que siente y lo que piensa se entrelazan con referencias a los orígenes de los habitantes, enraizados en los celtas de los primeros tiempos del cristianismo, con las industrias actuales y con las características del hombre que habita ese suelo. `Filosóficamente musculoso, el gallego no tolera la miseria, antes de estirar la mano limosneando, se expatria`. (p. 52). Así, Arlt pasa del paisaje `diabólicamente fantástico` a la psicología, `esa depresión nerviosa fina y sutil`, a la música, `no se puede dejar de asociar el paisaje gallego al teatro de Wagner`, a lo físico y lo espiritual. Todo lo abarca su incisiva mirada, hasta las leyendas y maleficios entrelazados con el paisaje y con el hombre, dueño del `brumoso temperamento gallego` (p. 56).




En 1930 Roberto Arlt pasó dos meses en Río de Janeiro. Durante su estadía escribió las cuarenta crónicas que integran esta edición. Resulta sorprendente que nunca hayan sido publicadas en libro y hayan permanecido desconocidas para los lectores, hasta hoy. Tanto desde el punto de vista literario, como desde la perspectiva histórica o sociológica, los textos escritos por Arlt en Río de Janeiro se encuentran a la altura de lo mejor de su producción periodística. Pero además, por tratarse de las primeras crónicas que escribió fuera del país, funcionaron también como laboratorio para las notas de viaje que escribió a lo largo de su carrera. Los artículos aquí reunidos ofrecen un retrato muy lúcido, preciso, con gran sentido del humor, no sólo de Brasil de 1930, sino también de la Argentina de la misma época. A las primeras notas laudatorias, le siguen textos cada vez más críticos y cáusticos, en los cuales Buenos Aires y la sociedad argentina aparecen como el contrapunto moderno y civilizado para el atraso en que se encontraba Brasil y la que entonces era su capital. 




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