Un recluso en una celda. En la pared el reglamento de la cárcel. En el dorso del reglamento, pegadas con migas de pan, unas veinte fotos de asesinos recortadas de la prensa, para los más puramente criminales: Y en honor de los crímenes de todos ellos escribo este libro, para hechizo de mi celda, y secretamente, para comprobar cuál puede ser el método mejor […] para no sucumbir también al horror, llegado el momento… En este espacio donde el preso espera con terror su juicio y su condena, se conjuran, pues sólo golfos de la peor calaña, héroes sin heroísmo alguno que les pueda conferir alguna nobleza, santos siempre obligados a amar lo que aborrecen.
Jean Genet escribió Santa María de las Flores, su primera novela, en la prisión de Fresnes. Genet entró en la mitología y en la poesía del siglo XX con esta novela que aún hoy sigue siendo un referente de la vida `aparte` y de la transformación de la vergüenza en orgullo.
Jean Genet (Francia, 1910-1986), novelista, poeta y dramaturgo francés, cuyas obras, tomando como referencia tanto los aspectos pintorescos como grotescos de la existencia humana, expresan una profunda rebelión contra la sociedad y sus convenciones.
Nacido el 19 de diciembre de 1910 en París, Genet era hijo ilegítimo de una prostituta. Fue sorprendido robando a la edad de diez años y durante toda su adolescencia y hasta unos treinta años después hubo de enfrentarse a una larga serie de procesos por robo y prostitución homosexual. En 1947, al haber sido ya detenido diez veces por robo, fue condenado a cadena perpetua. Mientras estaba en la cárcel, Genet escribió y publicó varios libros, y su creciente prestigio literario movió a un amplio grupo de autores franceses a pedir su liberación, que finalmente fue concedida en 1948 por el presidente de Francia.
La primera novela de Genet, un trabajo autobiográfico acerca de la homosexualidad y la vida en los bajos fondos, fue Nuestra Señora de las flores (1944). Entre sus novelas posteriores se cuentan El diario de un ladrón (1949), El milagro de la rosa (1951) y Pompas fúnebres (1953).
Su prosa se caracteriza por su gran cantidad de imágenes líricas y por el empleo del lenguaje propio de los bajos fondos.
En 1947 Genet volvió a escribir teatro, medio en el cual llevó a cabo sus obras más impactantes. Su primera obra, Las criadas (1947), una de las más exitosas del autor, marcó su entrada en el movimiento llamado el teatro del absurdo. En esta obra, dos criadas se van turnando para interpretar el papel de su señora, buscando sus identidades en un medio que fluctúa sin cesar entre la realidad y la fantasía. En Estricta vigilancia (1949), El balcón (1957), Los negros (1959) y Los biombos (1961), Genet utilizó frecuentemente el cambio de papeles y la inversión entre el bien y el mal, como técnicas para subrayar la falsedad de los valores sociales y políticos. Todas las obras de Genet expresan su profunda simpatía hacia los desheredados y los marginados de la sociedad, expuestos como se encuentran a los siempre omnipresentes sexo, delito y muerte. Contienen invariablemente rituales, crueldad y la convicción del autor acerca de lo absurdo de los conceptos morales. Aunque sus escritos fueron considerados al principio como pornográficos, Genet fue definido muy pronto como un existencialista preocupado por los problemas de la identidad y la alienación, y ha sido reconocido como uno de los más importantes escritores del siglo XX. En 1983 se le concedió el Grand Prix National des Lettres, el premio nacional de las letras francesas. También escribió los libros de poemas El condenado a muerte y Marcha fúnebre.
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