Virginia Woolf ataca de nuevo es una recopilación de cuentos del escritor argentino Raúl Damonte, conocido comúnmente bajo el seudónimo de Copi. El libro se publicó originalmente en Francia con el nombre de Virginia Woolf a encore frappé (como se puede observar en la portada del libro reseñado) en el año de 1983, esto debido a que el autor pasó la mayor parte de su vida en París y escribió casi la totalidad de su obra en francés.
Virginia Woolf ataca de nuevo es una obra narrativa que consta de siete cuentos de ficción bastante interesantes, relatos en los que se evidencia un gran derroche literario de calidad y originalidad que seducen desde la rapidez de su inicio, lo atrapante de su desarrollo y lo impredecible de su final. Esta es la penúltima obra de Copi y en ella se ve evidenciado su talento y estilo inconfundible, no sólo en la forma del escrito y la peculiaridad de sus temas, sino también en el diseño estético del libro. Solo con mirarlo nos encontramos con algo poco común en la literatura, la inclusión de caricaturas que desde su aparente desnudez y su corta viñeta nos impulsan a imaginarnos la historia que presenciaremos después. Sin duda alguna esta es una de las obras más representativas y menos criticadas del autor que sin olvidar los elementos básicos de la narración, el relato y el cuento, nos narra, relata y cuenta siete historias cargadas de ingenio, sátira e incluso algo de comedia que se entremezclan constantemente entre la ficción y la realidad, y que a pesar de tener cierta predilección de contenido por parte de Copi, no pretende ningún tipo de discriminación hacia el lector, que sin mucho esfuerzo puede disfrutar de un libro poco lineal y muy atrevido, sin ningún tipo de censura o temática tediosa. Además la sencillez y la rapidez típicas del caricaturista se hacen presentes aquí al exponer una narrativa con mucho sentido y pocos adornos, es un libro para todos los que gozan con una buena lectura y esperan encontrarse con una literatura poco ortodoxa y de forma bastante atrayente.
En 1962, se reunían en el Café de la Paix de París el español Fernando Arrabal, el chileno Alejandro Jodorowsky y el francés Roland Topor para fundar el grupo de acciones teatrales Pánico (en referencia al dios Pan o Baco, el flautista ebrio de las celebraciones colectivas), al que pronto se incorporarían Copi (recién instalado en París, donde moriría el 14 de diciembre de 1987), Víctor García, Jorge Lavelli y el cordobés Jérôme Savary.
Copi, nombre artístico de Raúl Damonte, había nacido en Buenos Aires en 1939, hijo de Raúl Damonte Taborda y de la hija menor de Natalio Botana. Su abuelo era, pues, el legendario fundador y propietario del diario `Crítica`. Su abuela, Salvadora Onrubias, fue una anarquista feminista conocida por su producción dramática que, según los memoriosos, ejerció mucha influencia en la carrera de su nieto y a quien éste le debe su apodo.
Uno de los núcleos estéticos alrededor de los cuales gira la producción teatral del grupo Pánico es lo monstruoso: una estética del `freak`. Arrabal, por su lado, incorpora a la estética del grupo la tradición de los esperpentos de Valle-Inclán y las pesadillas de Goya. Las acciones teatrales del grupo Pánico se denominaban `Efímeros Pánicos` y, si bien fueron comparadas en su momento con los `happenings`, hay que recordar las palabras de Copi, para quien el `happening` era algo que le hacía sudar frío, un odioso y vacío de historia con lo que no sucede. Los `Efímeros Pánicos`, que podían durar varias horas y hasta días, se basaban en la improvisación a partir de un esquema argumental mínimo, donde una profusión de utilería (instrumentos de odontología, miles de muñecas desmembradas, pedazos de carne) terminaba repartiéndose entre el público. A la obsesión temática por lo `freak` y a la idea de celebración colectiva se sumaba, pues, toda una economía del don. Disuelto el grupo Pánico por su misma lógica autodestructiva, sus integrantes se negaron sistemáticamente a brindar testimonio sobre aquellos días de fiebre y peste teatral con la sola excepción del falso francés Jérôme Savary, quien fundó, después de los sucesos de 1968, su compañía `Grand Magic Circus`.
Copi ya era bastante conocido como dibujante: desde 1964, publicaba la delirante tira `La mujer sentada` en `Le Nouvel Observateur`. Si su potencia creativa lo llevaría a convertirse en uno de los más grandes novelistas argentinos, con obras maestras como `El uruguayo` (1973), `El baile de las locas` (1976), `La vida es un tango` (1979) o `La Internacional argentina` (1987), antes tenía, todavía, que convertirse en el más grande autor teatral argentino de todos los tiempos. Más allá del papel marginal que en él ocupó, lo cierto es que el `Grand Magic Circus` comienza y termina con Copi, como actor en `El laberinto`, y ya como autor en la última producción de la compañía, la ópera tango `Goodbye Mr.Freud` (1974), en esta obra, la madre de Sigmund es lavandera en París y el azar la lleva al Kremlin, donde se enamora del zar de Rusia, ahí, después de hacerse sodomizar por un Marx (que no es Karl) y experimentar su primer orgasmo, huye a Chicago, donde abre un burdel.
Por lo general, las obras de Copi han sido destinadas al placer de unos pocos iniciados. Así, una de sus piezas (la más política) generó un escándalo que hizo tambalear a un gobierno ya de por sí inestable. El radicalismo fue siempre víctima de su propia política cultural. Pocos meses después de la puesta en escena de `Mahagonny de Brecht / Weill` en septiembre de 1988, Alfonsín tenía que huir de aquellas mismas fuerzas que la pieza denunciaba. Pocos meses después del estreno porteño de `Cachafaz`, De la Rúa se tomaba un helicóptero como consecuencia de una carnicería que, en algún punto, `Cachafaz` había prefigurado. Precisamente para no convertir el teatro de Copi en un `happening` donde pase algo, `Cachafaz` debería representarse hoy en las asambleas barriales, las concentraciones de piqueteros, las villas miseria y las pocas fábricas que quedan abiertas. Toda la obra de Copi es muy sensible a las formas, pero particularmente `Cachafaz`, que parece haber sido escrita a la sombra de la sentencia de Rubén Darío, la forma es lo que primeramente toca a las muchedumbres. `Cachafaz` es un compendio de todas las formas posibles, una tragedia bárbara en dos actos y en verso, efectivamente, pero también un texto de la gauchesca, una antología del tango, un sainete y, también, un panfleto revolucionario.
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