A Robert K. Haas
TS.
RH
Domingo
[probablemente 24 febrero 1946]
[Oxford]
Querido
Bob:
En
mi poder la tuya.
No
encuentro mi contrato con la Warner. Lo perdà o traspapelé en algún momento
entre el dÃa en que lo recibÃ, en agosto de 1942, y cuando regresé a casa
aquellas Navidades. Desde entonces no lo he visto, y lo he rebuscado
afanosamente desde el pasado invierno, en vano. El mes que viene, cuando vuelva
al estudio, conseguiré una copia.
Cuando
el septiembre pasado notifiqué al estudio que iba a volver aquÃ, redactaron un
acuerdo de suspensión en el que se establecÃa que me tomaba seis meses de
permiso para escribir una novela, cuyos derechos les pertenecerÃan bajo
contrato. Me negué a firmarlo, y de todos modos me vine a casa.
La
amenaza fue verbal, de McDermid, el superintendente de los escritores del
estudio, quien me aconsejó que lo firmase, y que si no lo hacÃa, el estudio lo
resolverÃa, pues ningún editor comprarÃa nada mÃo a su riesgo.
Como
sabes, los derechos cinematográficos para esta novela son ya propiedad del
hombre de quien te hablé, el cual me prestó mil dólares que me permitieron
permanecer aquà el tiempo suficiente para hacer la sinopsis, cuya copia te
envié hace dos años.
SÃ,
recibà la carta de Harold sobre su abogado. No me aproveché de su oferta porque
el estudio ya me habÃa prometido voluntariamente, a través de James Geller, el
entonces superintendente de los escritores (el pasado año fue despedido por
Warner de la noche a la mañana), que tan pronto como consiguiera un crédito,
romperÃan el presente contrato y me ofrecerÃan otro nuevo. Yo le creÃ, pensé
que esa era la mejor manera de librarme por mi cuenta: hacer que destruyeran el
antiguo contrato, puesto que no querÃa regatear o evadir nada que hubiera yo
aceptado voluntariamente. Cuando el pasado agosto pedà al estudio que se
cumpliera la promesa que me habÃa hecho Geller, ellos se negaron.
Ayer
notifiqué a McDermid que volverÃa el 15 de marzo si el estudio me encontraba un
lugar donde vivir. Si no lo encuentran, puedo volver allà y vivir con un amigo,
aunque vive demasiado lejos del estudio para que yo pueda cumplir los plazos de
tiempo diarios de la Warner, a las 9.30, sin un coche. En cuanto pueda,
conseguiré copia de mi contrato y sabré exactamente cuáles son los derechos que
firmé con la Warner. Pero creo que lo único que rescatará a esta novela es que
Warner renuncie a los derechos cinematográficos, ya que podrá reclamarlos en
cuanto yo la publique.
Nada
recuerdo de ninguna de las cartas mencionadas en este cable. Debe referirse a
los derechos de libros.[337] ¿Quieres hacerme el favor de
telegrafiarles, a mi cuenta, que te envÃen una copia de la carta, y encargarte
de ello? Si se refiriese a un cuento que no tengas, lo tendrá Ober, y puedes
traspasarle el asunto a él.
He
hablado de mi situación con varios amigos de Hollywood, veteranos escritores
cinematográficos. Todos dicen que mi única esperanza es que me anulen el
contrato, que de alguna manera me despidan, que desde el punto de vista legal
no tengo ninguna esperanza, que el contrato, y el acuerdo de Herndon, que se
basa en el contrato y automáticamente forma parte de él, se estancará en el
juzgado, y la única manera de que pueda deshacerme del contrato es recurriendo
a alguien que pueda decir a Warner en privado: «Deja que hoy se marche este
tipo y mañana te devolveré yo el favor». Algo asÃ. No conozco a nadie en
Hollywood que pueda hacer eso, que quiera hacerlo por mÃ, de cualquier modo no
por el momento. Mi única esperanza es que me despidan. Pero conseguiré una
copia del contrato y veré exactamente a qué me comprometÃ.
Gracias
por tu última frase. Ya lo sabÃa. Estoy procurando dejar de pedir dinero
prestado que luego no sé cómo devolver. TomarÃa prestado con sumo placer para
salir sólo del atolladero en que estoy metido. Pero no para postergar el volver
a Hollywood por otro mes, más o menos.
[sin
firma]
El 3 de noviembre de 1945, Eugenio Vaquer
escribió a Faulkner preguntándole si tenÃa alguna objeción a la publicación de
la traducción que habÃa aparecido de «Viraje» en una revista literaria
italiana. El 22 de enero de 1946, aquel escribió de nuevo dando las
gracias a Faulkner por concederle permiso a través de Mr. Hodge, jefe de la
sección de libros del Servicio de Información de Estados Unidos (United States
Information Service, USIS). Vaquer reiteró su petición primitiva y pidió
permiso para incluir «¡He ahÃ..!» en una antologÃa que estaba preparando.
A
Harold Ober
TS.
FCVA
Jueves
[28 febrero 1946]
[Oxford]
Querido
Harold:
Ref.
adjunta. No consigo recordar a ningún Mr. Hodge. No puedo recordar el haber
autorizado a nadie que transmitiese a ningún tercero permiso alguno para
reeditar nada, pues yo (asà pienso) siempre te lo paso todo a ti, por lo
general sin siquiera leer la carta.
Aunque
puede que lo haya hecho. De cualquier modo, la cosa está hecha, y quiero
consentir, o aceptarlo. En todo caso, lo habrÃa aceptado.
Estoy
de acuerdo con su otra petición. ¿Me harás el favor de ponerte en contacto con
él, y ver quién es ese Mr. Hodge, y todo lo demás relacionado con el asunto?
Puedes escribir al Sr. Vaquer diciéndole que estoy encantado de acceder a ello,
pero si serÃa tan amable de refrescarme la memoria respecto a Mr. Hodge y lo
que es USIS.
Ref.
contrato de la Warner. No recuerdo haber visto mi copia desde que lo firmé en
agosto de 1942. Pediré al estudio una nueva copia.
He
escrito al estudio diciéndoles que estaré allà tan pronto como me encuentren
una habitación donde vivir.
En
seis meses allà puedo ahorrar lo suficiente para vivir seis meses aquÃ. Esta es
una existencia precaria, pero me parece haber llegado a la edad en que ya no
tengo valor para afrontar la perspectiva de tomar prestados anticipos contra lo
que no he hecho todavÃa, o de sacudirme lo que es para mà un trabajo aburrido
sujeto a especulación. Si aceptara 5000 dólares de anticipo sobre ese libro del
rÃo, me pasarÃa todo el tiempo preocupándome por lo que harÃa cuando lo hubiera
gastado. Tengo al menos un libro en mente que deseo escribir a toda costa para
hacer justicia a uno sólo que no quiero escribir en particular.
Hoy
te envÃo una sinopsis de 40 páginas, la idea cinematográfica. Parte de ella
pertenece a otro, quien estará de acuerdo con lo que yo haga, sea lo que sea.
Dice que es pésima y que no tiene ninguna posibilidad de venta.[338]
Yo sin embargo pienso que sÃ. ¿Puedes venderla? Quiero que Warner haga la
primera demanda, si paga el costo.
El
viernes consulté a Obringer, el abogado del estudio, por indicación de
Trilling, el hombre de Warner. Obringer dice que se interpretará como que
Herndon tiene motivo para reclamar contra mà en tanto que agente, basándose en
mi contrato con la Warner y mi telegrama a Herndon autorizándole a hacer los
primeros tratos.
Como
estoy a punto de quedarme sin dinero de nuevo, de todos modos es posible que
siga yendo a Hollywood. Puedo alojarme en casa de un amigo, aunque él vive a
dos horas de Burbank, en una zona rica sin autobuses, de modo que necesitaré un
coche para ir al trabajo. Quizás pueda encontrar allà mismo un lugar donde
vivir mientras tanto.
Es
una pésima, infame y feÃsima nota. En mi vida conocà jamás a nadie que
necesitara tan cruelmente como yo pertenecer a las clases de mayor valÃa.
Bill
A
Robert N. Linscott
TS.
RH
13 marzo [1946]
[Oxford]
Querido
Mr. Linscott:
He
aquà el apéndice a Ruido y furia.
Espero que esté usted de acuerdo conmigo en que deberÃa ir delante, a pesar de
continuar llamándolo APÉNDICE, luego vendrÃa el libro como tal en su orden
primitivo. Como verá, este apéndice constituye la clave de todo el libro;
después de leerlo, cualquier lector comprenderá todas las demás secciones. Ese
era el problema anteriormente: la sección de BENJY, a pesar de ser la más oscura
y dificultosa, tenÃa que ir primero a causa de la cronologÃa y por el tema de
la narración. Y no me parece bien titular esta nueva sección PRÓLOGO, como una
forma de complacer deliberadamente a quienes no harán el esfuerzo de comprender
el libro. Además, de hecho se trata de un apéndice, no de un prólogo.
Cowley
sugiere que serÃa preferible que encontrase usted a alguien que escriba el
prólogo, si es posible, y yo estoy de acuerdo con él. He hecho lo mejor que
podÃa por el libro; no tengo nada más que decir o añadir. Él propone que tal
vez Conrad Aiken lo tomarÃa en cuenta.
No
estoy de acuerdo con usted en cuanto a reeditar juntos ERYF y Mientras agonizo. Es como si dijéramos
«He aquà a un tipo versátil; puede escribir con el mismo tipo de voz interior
sobre prÃncipes y luego sobre patanes», o «He aquà a un escritor universal; ha
escrito sobre toda clase de personajes de Mississippi con el mismo estilo». Me
gustarÃa ver la parte de ERYF y Las
palmeras salvajes que hay en ese libro, aquella que se refiere al médico
que efectuó el aborto a su propia amante.
Como
sabe, esta sección del apéndice pertenece a Viking Press. Esta es la única
copia que tenemos Cowley y yo. ¿PodrÃa usted hacer otra?
Hágame
el favor de decir a Mr. Haas que salgo para California el 21 de marzo, y que me
pondré en contacto con él desde allÃ. PÃdale que informe a Mr. Ober.
Sinceramente
suyo,
William
Faulkner
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