EL VIENTITO DUHLIO DE MARIA MRINOVA [Traducción del Búlgaro por Violeta Bóncheva]

                                 
   


MARIA  MRINOVA
Bulgaria
EL VIENTITO DUHLIO


          El vientito Duhlio vio las nubes negras y se dirigiό rápidamente hacia ellas.
        -¡Vamos a jugar a correr! – propuso él. – ¡Los agarré! ¡Los agarré!
        Corría Duhlio a la derecha y a la izquierda tras de las nubes y en un momento vio que alrededor de él no había quedado ni una.
         - ¿Dόnde están ustedes? – preguntό él, mirando a su alrededor. - ¡No quieren jugar conmigo – tristemente inclinό su cabeza Duhlio y se regresό a la tierra.
          Tomό una forma de rosca muy de arriba en  la montaña, en una cueva pequeña.
          En el mismo tiempo el solcito comenzó a enviar sus rayos primaverales y echό una mirada por un intersticio. Duhlio cerrό uno de sus ojos, después el otro, después cerrό los dos y se adormeciό en los brazos de una dulce siesta. No tenía ganas de hacer nada. Y por la misma razόn por todas las partes se oía sόlo el silencio.
          En un momento, hasta su oído llegό un sonido de silbato – fino y tierno. Duhlio abriό uno de sus ojos, después el otro luego y los dos y presto atención. No, no soñaba. Se derramaba una melodía alegre, jovial.
          El vientito se puso en movimiento, se levantό, contoneό su cuerpo, se mostrό afuera y mirό a la clarita.
          - Así es – dijo a si mismo – así pensaba. A lo mejor el grillo anda muy alegre.
          Duhlio se fijό mejor y vio cόmo se agarran los animalitos y cόmo bailan animadamente coro.
          - ¡Iha - ihu! – gritaba la ardilla.
          - ¡Rrrrrrrrrr! – empezό a torcer su bigote crecido el conejo.   
          - ¡Hop-pa! ¡Hop-pa! – taconeaba pesádamente el osito Mecho.
          El vientito Duhlio comenzό a sentir que su corazόn empezό a brincar.
          - ¡Voy a entrar para alegrarme! – dijo a si mismo él y se lanzό rápidamente hacia abajo. Inchό sus mejillas y también empezό a silbar alégremente. Silvaba y brincaba de árbol a árbol, de piedra a piedra. Se resbalaba por la cresta, se rodeaba por la hierba.
          -¡Voy, voooooy! – comenzό a gritar él, acercandose a la clarita. - ¡Espérenme, por favor, yo mismo quiero llevar el coro!
          Brincaba Duhlio, hacía giros y silbaba de alegría. Los animales lo miraban con mucha curiosidad y después uno tras otro comenzaron a soltar el coro y se dispersaron. Además, el grillo se ocultό en su casita de prisa.
          - Pero ¿qué pasa? ¿Por qué se marchan? – los miraba Duhlio, sin comprender la situaciόn. – Nadie quiere jugar conmigo ¡nadie! - se entristeciό el ventito Duhlio, sentando en las faldas de un tronco, cubierto de hierba.
          De repente oyό un triste llanto.
          - ¿Por qué lloras? – se fijό en una hoja mojada de lágrimas.
          - Porque...quiero ser bailarina, pero no puedo ensayar...
          - ¿Por qué no puedes ensayar? – preguntό Duhlio a ella.
          - Porque no hay música, sin música no me siento animada e inspirada, no puedo alzarme arriba – sollozaba la hoja.
          - ¿Verdad? – se puso a reflexionar Duhlio. – No llores ¡ahora te ayudo!
          Duhlio inchό sus mejillas y empezό a silbar silenciosamente  una muy triste melodía, más triste de todas las melodías del mundo, con mucha emotividad.
          La hoja presto atención, se levantó de la tierra, se estremeciό su cuerpo. Hizo algunos movimientos y ligéramente se alzό arriba, hacia el cielo. Volaba por el aire tiernamente en un dulce delirio, haciendo figuras, se bajό después y una vez más repetiό sus figuras.
          Era el baile más bello que el vientito Duhlio veía.
          - ¡Tú te vas a convertirte en una bailarina, la más buena! – susurrό al oído de la hoja él. – Yo te ayudaré con mucha alegría.
          Después el vientito Duhlio agarrό la mano de la hojita amáblemente y comenzaron a flotar por el aire, llevados por la mágia dulce de la danza.
          Por eso, niños,  si alguna vez ustedes vean una hojita temblada por el aire, significa que Duhlio está cerca de ella y silba. Miren su baile plácidamente.

                        Traducciόn directa de búlgaro: Violeta Bόncheva











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