–“Sé que parezco querer blanquear a Mishima (conozco todo de lo que se lo acusa). Pero mi intención no es blanquearlo ni condenarlo. No soy su juez. Su muerte, en su forma y fondo, me incitó a cuestionar algunos de mis propios valores, a hacer un examen de conciencia. Cuando pongo en duda las ideas de Mishima, sus motivos, su modo de vivir o lo que sea, pongo en duda también los mÃos. Siento que es hora de que el mundo cuestione los valores, las creencias, las verdades que sostiene. Más que nunca necesitamos preguntamos —todos, santos y pecadores, pordioseros, legisladores, militares—¿a dónde vamos? ¿Podemos parar? ¿Podemos dar media vuelta? ¿Podemos creer en nosotros mismos? ¿O ya es demasiado tarde? …”
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