POEMAS [por Javier del Cerro]




Al amigo hermano artista Gabriel Bujes Medrano.


Hoy me entere de tu partida y de tu enfermedad.

Estar lejos te abstrae de lo cotidiano

del artista que eres ahora en otra dimensión.

Hermano, amigo, artista llore cuando Jimy me conto

del cáncer y tu padecer.

Nada sabía de lo que pasaba en tu cuerpo.

Me vine cuando tenías tu taller y tus obras

y luego me entere del gran mural en el estadio.

Pero nada de enfermedades y esas muertes 

a que nos somete el cuerpo.

Te fuiste para no seguir padeciendo me dicen

y lloro tu partida como un niño llora a su amigo muerto.

Solo me queda el recuerdo del gran artista que eres

como digo ahora en otra dimensión

la dimensión de los artistas donde la muerte no existe.

Me dejaste con la tristeza

pero cada obra tuya me traerá tu sonrisa,

tu amor a tu oficio, tu ganas de vivir en este mundo.

Me despido como se despiden los amigos

con un gran abrazo a la distancia

y la tristeza de no verte.




A Javier Milanca.


Amaneció convertido en una hermosa espora.

Había llovido todo el año y sobre su cama

microscópica para tal efecto, florecía

un hermoso hongo.

Una semilla se decía a sí mismo.

¿Was ist mit mir passiert?

¿What happened to me?

¿Cosa mi è successo?

¿Qu'est-il arrivé à moi?

Se preguntó en cuatro idiomas

y recordó a Gregorio convertido

en un insecto.

¿Que me ha ocurrido?

Y miro por la ventana de su pieza el mar.

Todo esto lo ponía alegre y jubiloso.

Podía dividirse, reproducirse, dispersarse.

y vivir en condiciones adversas,

e imagino la diáspora del pueblo Mapuche.



A Martin Heidegger.



Llenar con palabras el silencio es miedo a la nada.

La nada que aturde,  la nada que sana.

Cosa que nace y de la que no se puedo hablar.

Por nada escribo.



Al lado del rio habita un dragón

y es una bestia cuando se enoja.

Arde y es un volcán o un rayo.

Los niños lo adoran cuando vuela

y el escribe con fuego en las nubes

poemas de amor para una campesina.





Anemonas (aguas vivas) y los ovoides caparazones de los caracoles

adornaban la playa.

El caballo con su carreta y el jinete deportista recogiendo la basura.

El sol brillante saliendo del mar.

Pienso en Acuario y en Júpiter juntos, la estrella de belén que dicen

y algún nacimiento importante la noche de veinticuatro de diciembre.

Una niña que cambie el mundo y sea la elegida del universo.

La Niña del Universo y que tenga mejor suerte que el niño.




Aquí estoy con los perros

sin hacer más que pensar

y fumar y escuchar

el ronquido de la Juana

como un perro que escribe

la vida de otros perros.

Uno que piensa que roncan

muy lejos atrás de las montañas.





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