Tizne: la bocanada de un resucitado [Por Carlos Hugo González]



Tizne: la bocanada de un resucitado
Por Carlos Hugo González[1]

Discreto en la austeridad. La voz en tinta expía la culpa:
ese árbol se come algunos vidrios de mi corazón / los masca como chicle / infla mi pecho / río / y sus ramas me recuerdan / tu pelo

Tizne es un libro del tiempo de Pedro Mena[2]. Cuatro años para recabar experiencias límite, esas que definen, en corto, el rumbo de una existencia. 

El poeta es provocador de esos verdaderos versos que quedaron en la cantinita instalada en el sofá del comparsa y se presenta como pugilista de íntimos rounds en papel. 
Trazo con el plumín las vendas que nunca me puse en las manos / hago la tarea / golpeo el blanco de los renglones con letras / con vocales heridas

Pero regresa con botas picudas. Va y viene, danza al baño, se salpica de orines, brincotea a la recamara, reposa en la cocina y de nuevo al cuadrilátero desinhibido, con otra bebida, otro cigarro, otra anécdota, otro verso no escrito.

Aún hay algo del cuchillo cebollero con cintas brillantes como artículo decorativo en una pared manchada, pero la atención se centra ahora en el cuidado de no salpicar y estropear los libros del estante (y los portarretratos) después de haberlo usado como arma.

El dolor es una liga y se estira hasta que revienta. La cartera vacía nunca fue impedimento. Las penumbras, los tugurios con harto chino, harto beodo, harto truhán. Sótanos donde es mejor evitar ser un mueble sin hacer tanto alarde.

Disciplina y devoción para cavar profundo día a día con la consigna de llegar siempre más abajo. 
Los vacíos son fosas, la poesía es la vida. Los versos son episodios y las imágenes un recordatorio.
Es en la memoria donde el autor encuentra la sombra del árbol que cruje mientras mastica y constriñe demonios. Por eso lea Tizne desde la comodidad de su propio recuerdo.

Como aquel de las tías, quienes a ritmo de Celia Cruz recomendaron al joven hirsuto, estudiante de lógica clásica, algo así:

“eres un pendejo / aprende a disfrutar la vida / sin calcinarte en el intento / no seas plegonero / olvida las críticas destructivas /  los cítricos paralogismos / hilvana recuerdos sin somnolencia / te harán falta en este largo caminar / que tú llamas existencia (…) busca la felicidad / abunda desde los astros / hasta lo más recóndito / de tus ojos”





[1] Carlos Hugo González Reyes. Trabaja en el periodismo desde 2008. Reportero. Editor. Ex burócrata de institución cultural donde editó por tres años una revista mensual de arte, cultura y ocio; produjo dos encuentros de poetas, tres talleres de periodismo y dos exposiciones de artes visuales; integró el comité organizador de festivales artísticos, ferias de libro, conciertos, coloquios, ciclos de cine, exposiciones, teatro… Ahora vive en la Ciudad de México, administra una página de noticias, coordina un grupo de incipientes editores web y colabora para diversos medios. Le gusta editar libros, cocinar, leer, pasear en bici, viajar y tomar fotos.

[2] Pedro Mena Bermúdez (León; Guanajuato. 1982) Ha publicado los siguientes libros: Pútrida voz (poemas 2004-2005), ICL, 2007; The City (poemas, 2009), ICL, 2010; Unheimlich (poemas 2005-2010), Fondo Editorial La Rana, 2011; 12 Voltios (Compilación del primer Encuentro Nacional de Poetas), ICL, Conaculta, INBA, 2013; La corbata y otros ensayos, Editorial Los otros libros, 2016; Tizne, ICL, 2017 y, de próxima aparición en Chile, el libro de poemas Heráclito, publicado por Editorial Cinosargo. Ha colaborado en revistas impresas y electrónicas de México, España, Alemania, Ecuador, Venezuela y Chile.

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