Poesía de José Watanabe





LOS AMIGOS

a Lorenzo Osores

Permanece aún el sabor de un helado de almendras
en nuestra garganta
y Lorenzo habla de nuestros años
sin salir del duro cascarón de la familia, recuerda que
cuando caían las hojas él no sabía que pasaba el tiempo.

Debemos buscar trabajo
porque su novia no leyó nunca folletos malthusianos.

Ella dijo riendo:
«Mejor saltemos por la ventana».
El dijo:
«Sería como caer sin llegar nunca».
Sin embargo, nuestras renovadas búsquedas de trabajo
emprendidas siempre al atardecer
terminan conversando sobre la hierba de algún parque.

Hoy hemos fingido ser expertos en publicidad,
hemos fotografiado a todo el mundo con el hueco de la mano,
y textos para un producto imaginario nos han sobrevolado con persistencia.

Un día emprenderemos una excursión a donde apunte el viento
o editaremos un libro de dibujo o poesía
donde se aprieten las ruedas, el humo, las hojas
los papás que usan tirantes y los fantasmas.
Ahora sólo sabemos caminar las calles
y ni siquiera somos carteros.




ACERCA DE LA LIBERTAD

Esta mañana han comprado un pájaro
                                      como se compra una fruta
                                             un ramo de flores.
Dices que Hokusai compraba pájaros para liberarlos.

También Leonardo
                 pero midiéndoles el impulso y el rumbo.
Posiblemente en la infancia he pintado pájaros
pero jamás les he hallado relación exacta con los aviones.

Estoy tentado a liberar este pájaro
                                                 a devolverle
                                  su derecho a morir sobre el viento.
Me van a pedir sus razones.

Sentiré la obligación de hablar acerca de la libertad
pero mi familia es muy lógica
                                        dirá que afuera solo
                                                 con el viento
                                                 a ver qué hago.





EL RAPTO DE LA AMADA SABINA, SIN CABELLO Y CON
MUCHA CORTESÍA

a Diana

Buena familia, sagrada familia,
una hermana que sueña mirar el poniente
en los rascacielos de Nueva York,
un hermano con post-grado y otros lagartitos
todavía sin futuro definido.

Pero nadie descubrió mi pata de fauno:
yo solo lánguido casto.

Tras las cortinas indagaban por mis referencias
y cuando nos dejaban solos
sus sospechas volaban como mariposas.

Ahora buscan nuestro rastro por las últimas aldeas.

Ella duerme a mi lado y suela una tierra de largo reposo.

Yo escucho el incesante ronquido
de las gentes a cuyo lado hemos pernoctado.

Cuando huíamos cayó de la mesa un ángel de yeso
aureolado con los más antiguos respetos de la familia,
con la más larga tradición de biennacidos
                                                   biencasados
                                                     bienmuertos.
                                                              Así sea.





INFORME PARA MI HERMANO MUERTO EN LA
INFANCIA

Ahora no hay lugar a la discusión ni defensa.
La peste tenía su oficio.
Fue duro verte rodar como una semilla.
Yo sobrevivo entre los muertos.
Caminamos por los pasillos como en esas silenciosas y vastas
          posadas.
Respiramos el deseo de huir sin cancelar la cuenta.
Papá escanció su último aire sobre nosotros.
Me acompaña una muchacha parecida a una fuente.
Nos alimenta una licuadora.
Ya empieza el verano.
Te ves con papá?
En general, me he vuelto un poco indiferente.
A veces pesa mucho el silencio de los cipreses y los muertos.






DIATRIBA CONTRA
MI HERMANO PRÓSPERO


Mi hermano el próspero
sumergido en su sofá versallesco
preludia
        como elefante en suave regocijo
su siesta.

Mira el mar en la falsa profundidad de la pecera
y organiza la tarde como si fuera un negocio.

Sólo oigo girar la rueda de la fortuna
cuando me acerco sigiloso para mirar a través de su ojo
y el caracol que nos anunció el mar que desconocíamos
se ha convertido
            en cornucopia.

La rodea un aire robusto, un aire de torre gorda
             y menos que gusano soy
ante la concurrencia de parientes y público en general.

A veces pienso en mi padre
que nos aguarda a todos entre la niebla
bebiendo el licor de las botellas vacías
seguro se alegra
                    seguro me invita un trago
si le arribo sin chequera
y de todos el más escaldado.




CONSEJOS PARA LAS MUCHACHAS


   Conozco algunos sueños femeninos.
Susana sufría el tormento de no permanecer como una estatua
en la memoria de los hombres.

Pasaba sus días soñando una canción que nos encadenara.

    En su homenaje
y probada la ineficacia de los antiguos recursos
escribo estos consejos con la intención más sana del oficio:

                            Aprenda francés y practique yoga
                            Aficiónese al bowling
                                         a pintar al aire libre
                                         al budismo
                            a coleccionar estampillas de países remotos
Únase a un grupo de canto o danzas folklóricas
Frecuente un cine club
Tome café levantando deliciosamente el dedo meñique
Únase al Cuerpo de Paz
Incluya en su vocabulario cotidiano
                                                      «tercer mundo»
Lea los «Cien Años de Soledad»

Camine como estuviera en la avanzada de un grupo
                                                                       en vanguardia
Diga en voz alta que ama desesperadamente las mariposas.

Si estos consejos le granjean la admiración
                                de varios amantes de mariposas
yo habré constatado
que fue un acierto conocer a Susana
desdichada, ya lo dije,
por carecer de una canción que nos ensimismara.




CUATRO MUCHACHAS ALREDEDOR DE UNA MANZANA

«La música de Susana tocaba las lujuriosas fibras»
Wallace Stevens

La manzana es alianza del hombre y su deseo.

      Y así perdura bajo mis uñas, inacabable
en la estridencia de la guitarra.
Pienso en la frente del viejo Beethoven que he propuesto
                                                como una pausa,
pero la manzana acecha y codicia en silencio
el viejo fuego en la risa demasiado suelta
de cuatro muchachas que hacen del fuego juego de entrega,
juego y juego
              que me obligan a parapetos que me humillan:
forzo gesto que no acostumbro
como sonrisas condescendientes
como miradas que se refugian en los rincones.
Es verdad que en el asalto nunca he sido ducho,
sé que mi viejo caballo está hecho para dilatadas acechanzas
y ante ellas de estos tiempos de desenfado
se intimida no se consume ni en hoguera ni en discordia.

Celebro el rasgueo vertiginoso de la guitarra en la fonola
y mientras ellas aplauden yo sueño procacidades, me miro
los dedos que ya no llevan guantes para arrojar al suelo
y decido mi retiro, sin discordias y a desgana,
mientras va devorándose sola mi manzana.




EL LENGUADO


Soy
lo gris contra lo gris. Mi vida
depende de copiar incansablemente
el color de la arena,
pero ese truco sutil
que me permite comer y burlar enemigos
me ha deformado. He perdido la simetría
de los animales bellos, mis ojos
y mis narices
han virado hacia un mismo lado del rostro. Soy
un pequeño monstruo invisible
tendido siempre sobre el lecho del mar.
Las breves anchovetas que pasan a mi lado
creen que las devora
una agitación de arena
y los grandes depredadores me rozan sin percibir
mi miedo. El miedo circulará siempre en mi cuerpo
como otra sangre. Mi cuerpo no es mucho. Soy
una palada de órganos enterrados en la arena
y los bordes imperceptibles de mi carne
no están muy lejos.
A veces sueño que me expando
y ondulo como una llanura, sereno y sin miedo, y más grande
que los más grandes. Yo soy entonces
toda la arena, todo el vasto fondo marino.




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