Poemas de Kenneth Rexroth





Bestiario


León

Al león lo llaman el rey
de los animales. Hoy hay casi
tantos leones en jaulas
como fuera de ellas.
Si te ofrecen una corona, recházala.

Ciervo

Los ciervos son gráciles y mansos
y tienen ojos hermosos.
No dañan a nadie salvo a sí mismos,
los machos, y sólo por amor.
Los hombres inventaron varios miles
de métodos para matarlos.

Lobo

Nunca creas todo lo que escuchas.
Los lobos no son tan malos como los corderos.
Yo he sido un lobo toda mi vida
y tengo dos hijas adorables
que mostrar, pero podría
contar historias repugnantes
de corderos que recibieron su justo castigo.

Buitre

Santo Tomás de Aquino pensaba
que los buitres eran lesbianas
fertilizadas por el viento.
Si miras los hechos de la vida,
los intelectuales papistas
pueden ser muy engañosos.

Foca

Cuando está en el agua
la foca es un cliente escurridizo
de atrapar. Pero cuando hace el amor
se va a tierra seca, y los hombres
la matan a garrotazos.
Para tener una vida amorosa feliz,
controla tu entorno.



Espejo vacío

Mientras estemos perdidos
en el mundo del propósito
no seremos libres. Aquí estoy
sentado en mi choza
de pocos metros cuadrados.
Los pájaros cantan. Las abejas con su zumbido.
Las hojas se mecen. El agua
murmura sobre las rocas. El cañón me contiene.
Si me moviera, la rana de Basho
saltaría hacia el estanque.
Durante todo el verano las hojas
del laurel dorado cayeron en el vacío.
Hoy encontré
una hoja de arce flotando
en el estanque. Por la noche
me quedo mirando fijo el fuego.
Una vez vi saltar ciudades de fuego,
pueblos, palacios, guerras,
aventureros y sus aventuras,
en el campamento de una juventud.
Ahora sólo veo el fuego.
Mi aliento sale muy lentamente.
Las estrellas circulan sobre mí.
En la oscuridad transparente
sólo un punto rojo que brilla
persiste entre las cenizas.
Sobre la mesa hay una
piel de serpiente y un piedra irregular.



Otras ventajas de la cultura

Un día en la biblioteca,
perplejo y distraído,
hojeando un libro tedioso, me
encontré con una foto
de la vasija en que reposan
los restos de Buda.
Sentí un escalofrío. Me desasosegó
ese mínimo contacto con
una calma que no puedo conocer,
la apertura a ese paraje
recargado de un mundo mejor.



Yo

Dicen que no comprendo los
valores de mi época.
¡Qué disparate más ridículo!
Diez años de guerras,
montañas de muertos, cien
millones de hombres en
armas y miles de millones de
dólares de papel gastados
para destripar a la Humanidad.
Si siguen así eternamente,
habrán producido menos valor que
yo en una hora sentado
ante mi máquina de escribir.




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