Cinco poemas de Giuseppe Ungaretti





SAN MARTINO DE CARSO

De estas casas
sólo ha quedado algún
fragmento de muro.
De tantos
que me rodeaban
ni si quiera eso
ha quedado.
Pero en el corazón
ninguna cruz me falta.
Es mi corazón
el país más devastado.





GOZO

Versa, 18 de febrero de 1917

Siento la fiebre
de esta
luz plena

Recibo este día
como el fruto
que se dulcifica

Esta noche
tendré
un remordimiento
como un ladrido
perdido en el
desierto






TE DESTROZASTE*


1

Los múltiples, feroces, esparcidos peñascos grises
todavía estremecidos por las secretas hondas
de ya extinguidas llamas primordiales
o los furores de torrentes vírgenes
que arruinan con caricias implacables.
Sobre la deslumbrada arena inmóvil
en un vacío horizonte, ¿no recuerdas?
En el declive que se abría al único
recodo en sombra del enorme valle:
Araucaria anhelante, agigantándose,
convertida ya en sílex arduas fibras,
mas no dañada, refractaria siempre,
refrescada la boca de hierba y mariposas,
en donde las raíces se cortaban.
¿No la recuerdas, delirante, muda,
sobre tres planos de un guijarro inmenso
en perfecto equilibrio
por magia aparecida?

De rama en rama reyezuelo leve,
ebrios de maravilla ávidos ojos,
tú conquistabas la escarpada cima,
temerario, músico muchacho.
Sólo por ver de nuevo el seno en luces
de un hondo y quieto abismo submarino:
entre las algas lentos reanimándose,
galápagos inmensos.

Esa tensión extrema
y las galas profundas
fueron avisos fúnebres
de la naturaleza.


2

Levantabas los brazos como alas
y de nuevo le dabas la vida al viento.
Raudo en el peso de aquel aire inmóvil,
ninguno vio jamás que se posara
tu leve pie danzante.

3

Gracia feliz,
no habrías logrado no despedazarte
en esa ceguedad endurecida,
tú, niño, silbo, cristal;

rayo de luz humana en el vacío,
selvático, zumbante, furioso
rugido de sol desnudo.



*De Il dolore (1940-1945) Al niño hijo de Ungaretti, muerto en un abismo submarino del Brasil, está hecho este poema.






OTRA NOCHE

Vallone, 20 de abril de 1917

En esta oscuridad
con las manos
heladas
reconozco
mi cara
me veo
abandonado en el infinito




IRONÍA

Oigo la primavera en las doloridas ramas negras.
Sólo a esta hora se puede oír,mientras se pasa
frente a las casas solas con los propios pensamientos.
Es la hora de las ventanas cerradas, pero
esta tristeza de los retornos me ha quitado el sueño.
Un halo verde amanecerá mañana
tiernamente apoyado en las ramas aún secas
cuando llegó la noche.
Dios no se da reposo.
Sólo a esta hora le es dado, al raro soñador,
el martirio de escuchar la creación.
Esta noche, aunque es de abril, nieva sobre la
         ciudad.
Ninguna violencia supera a la de los semblantes
        silenciosos y fríos.





GIUSEPPE UNGARETTI (1888-1970) Fue un poeta absoluto, esencial, desnudo ante la vida que en susmanos se convertía en poesía, y ante la poesía que, al conjuro de sus palabras precisas, se le convertía en vida. En el breve prólogo que escribió para su libro L’ Allegria, Ungaretti nos dijo lo que pensaba del quehacer poético:“Este viejo libro es un diario. La única ambición que tiene su autor es la de dejar en él su propia y bella biografía”. L’Allegria es eso, una bella biografía. Están en el libro los primeros años del autor vividos bajo el desnudo sol de Alejandría, su estancia en París como estudiante, los primeros amigos, los poetas leídos en las terrazas de los cafés, las trincheras de la gran guerra, los compañeros muertos a su lado, el fin de la contienda. La bella biografía del poeta joven, la biografía de un momento de la historia de todos los hombres. La verdadera urgencia de su obra radicaba en el propósito de identificar la vida con la poesía. Sus principales libros de poesía son: El puerto sepultado, Alegría de náufragos, Sentimiento del tiempo, El dolor, La tierra prometida y El cuaderno del viejo.


Traducciones de: HUGO GUTIÉRREZ VEGA

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